OPINION

El prematuro e inaudito miedo del público a la cancelación de 'El Ministerio del Tiempo'

ministerio del tiempo internet
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El Ministerio del Tiempo ha aterrizado con una aceptación social excelente. Porque va más allá de las intrépidas aventuras de una serie sobre viajes en el tiempo, nos traslada a lugares y acontecimientos fundamentales en la historia de nuestro país y nos hace participes de la vida de esos insignes protagonistas que marcaron de alguna manera nuestras vidas. Plagado de referencias históricas muy bien contadas.

A pesar de todo ello, la serie no ha cosechado colosales audiencias en tiempos de alta competencia. Pero lo sorprendente es que, antes de que TVE se haya pronunciado sobre el futuro de la ficción que acaba de estrenar, los usuarios de las redes sociales ya han disparado una campaña a través de Twitter y Facebook para que tenga una segunda temporada.

No es nada habitual que los espectadores se adelanten a posibles decisiones de las cadenas. Las pataletas suelen llegar cuando se comunica la noticia del cierre, pero en el caso de El Ministerio del Tiempo se muestra una desconfianza inusual del público antes de que suceda el hecho en sí.

Curiosa movilización, que no ha cesado en los últimos días y que evidencia que el espectador fiel, activo en las redes sociales, ha interiorizado la batalla de datos de audiencia que provoca las decisiones de los responsables de las televisiones. El público sabe que, en cualquier momento, pueden finiquitar su producción favorita. Temen que el resultado de share determine inexorablemente y sin piedad el futuro de una gran serie. Y lo peor, no se equivocan.

Así que los tuiteros, que admiran El Ministerio del Tiempo, han hecho suyo el refrán ese de más vale prevenir que no lamentar y se han puesto manos a la obra. Lo han hecho explicando a golpe de trending topic y hashtag los motivos por los que debe seguir este particular Ministerio. Hasta se han realizado vídeos, con el mismísimo Hitler defendiendo la renovación.

Esta llamada de atención espontánea desde las redes se convierte en un hecho sin precedentes, que probablemente tiene sus orígenes en ciertas decisiones de TVE que la población aún no ha entendido, como, por ejemplo, que no se haya renovado aún otra producción de referencia: Los Misterios de Laura. Incluso después de ser comprada y adaptada por los norteamericanos. Existe, por tanto, un miedo interiorizado a que no se valoren los proyectos innovadores, con personalidad, y que sean enterrados tan rápido como llegaron.

El espectador ya no ve relajado sus series. Desconfía de las cadenas. Comprueba, con asombro, como se maltratan productos muy válidos porque los programadores están, muchas veces, más pendientes de su rival empresarial que de su principal cliente, el espectador. Y TVE, como cadena pública sin publicidad, debe apostar más por estos espectadores, con contenidos que suponen una clara alternativa, como es el caso de El Ministerio del Tiempo. Con el objetivo de recuperar esa confianza perdida, que no sólo se traduce en la disminución de credibilidad de los informativos por la toma de control de los intereses del gobierno, también se evidencia por el vacío creativo del resto de su parrilla.

De ahí este movimiento. De ahí que tantos seguidores de ficción hagan ruido en las redes sociales y, al mismo tiempo, demuestren que se ha desarrollado un pánico del consumidor de televisión en España: hay un sector del público que teme la guillotina de las audiencias, pues ya se ha percatado de que ese examen diario no siempre da margen a que la sociedad descubra, entienda y disfrute los proyectos que se salen del esquema-guion prototípico.

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