OPINION

'Alfombra Roja Palace', la mayor vergüenza televisiva de la última década (por lo menos)

berta collado nerea
berta collado nerea

En los casi 60 años de TVE, la cadena pública ha sido marca España del entretenimiento más innovador y creativo en largas y variadas ocasiones. No siempre, pero sí casi siempre. Anoche, en cambio, se produjo una de esas terribles excepciones que confirman la regla. Aquellos que presumen de Marca España deberían temblar ante el hecho de que se vea tal despropósito en el canal internacional de TVE. Porque anoche no parecimos un país consciente de su tiempo. Ni de su pasado.

Porque lo que emitió ayer La 1 de Televisión Española fue un programa que no estaba listo para emisión. Un caos inaceptable con el que rodarían cabezas en cualquier televisión pública europea. Pero, por circunstancias que se escapan a la lógica, se ve que aún no estamos a ese nivel y se da luz verde a programas de este tipo. Si se puede considerar programa, porque fue simplemente un desaguisado.

En efecto, José Luis Moreno ha regresado con una nueva versión de Noche de Fiesta a La 1. Ahora, se llama Alfombra Roja Palace, aunque los mimbres son los mismos del show de antaño. No faltó ni siquiera el desfile de modelos. Ni el brindis final, que es sello habitual de sus galas.

El productor-ventrílocuo ha vuelto al sábado noche tras liderar en audiencias en esta franja horaria durante años. Muchos años. Es un hecho. Rompía los shares. Y es que es innegable que ha sido un experto en transmitir a través de la pequeña pantalla ese sentimiento de acontecimiento festivo que enganchaba. Anoche, en cambio, no lo consiguió. Al contrario. Fracasó con un pobre 5,8 por ciento de cuota.

Y eso que Moreno, que sabe muy bien como funciona la televisión, tiene claro que para contagiar al espectador ese nervio de sarao imprevisible, debe realizar el programa en directo. Como antaño. Teniendo a todo el equipo en tensión, lo cual da más viveza al espacio. Pero esta vez no le ha salido nada bien.

En este sentido, se nota que Alfombra Roja se hace fuera de TVE. Ya no tiene a los profesionales del ente para salvarlo en directo. Ni al emblemático realizador de Televisión Española Lorenzo Zaragoza (ya fallecido y habitual de sus programas), que demostraba un control absoluto del plató en Noche de fiesta. Ahora los cámaras no aciertan, el sonido no funciona, las canciones no están bien planificadas, el producto está mal realizado visualmente y sólo desprende un bochornoso caos. Su factura técnica es simplemente intolerable, inaceptable en una televisión nacional.

Falló prácticamente todo. Sólo aprobó el decorado, pasable, y los presentadores. Especialmente Berta Collado y Jota Abril que supieron capear el temporal y dar dignidad a una emisión en la que era misión imposible dignificar nada.

Lo primero que se escuchó en el programa, nada más arrancar, fue la propia voz omnipresente de José Luis Moreno. Ahí estaba, desde los cielos. Tuvo que aparecer más veces. Porque nada salía bien. Presentaron a Juncal Rivero (estaba de invitada) y, en vez de ella, aparecieron unos hombres cargando unas sillas. Muy bonitas. Presentaron un ballet, y no bailó nadie. El regidor entraba, el regidor salía. Todos perdidos en ese escenario, voces colándose desde bambalinas, miradas de desconcierto entre presentadores e invitados. Vamos, terrible y apocalíptico, que diría Piqueras. Nada fluía.

No faltaron los teatrillos cargados de clichés de género, machismo, borracheras, amantes e infidelidades, el desfile de modelos, los caballos correteando por el escenario cual cuerpo de baile (sí, caballos) y unos motoristas viendo actuar a Soraya (un clásico de los programas de Moreno, el motorista poniendo ojitos a la bella cantante). Todo desprendiendo un tufillo recalcitrante que parecía de otra época, de cuando no existía ni la televisión. Por no hablar de los horteras vestidos de las presentadoras. Imposibles.

Por suerte, de vez en cuando, aparecía el bueno de Ramón Arangüena, como pulpo en garaje, intentando poner su dosis de ironía sensata al percal. Podía haber sido más corrosivo con tal panorama. Lo curioso es que, por no haber, no hubo ni grandes artistas invitados, algo que sí lograba antes Moreno. Da la sensación de que las primeras estrellas de hoy no quieren que se asocie su imagen con semejante estampa. No es de extrañar.

Estuvieron, eso sí, las amigas de siempre: Marta Sánchez, Merche, algún que otro cachas rubio habitual y mucho artista de tercera división. Hasta un grupo de patinadores. También se metió con calzador un talent, muy amateur, con niños artistas (original, sí, ejem...). De hecho, entre niño prodigio y niños cantando a lo Harry Potter, se emitió un sainete sobre infidelidades. Perturbadora, sin duda, la mezcla de contextos y contenidos.

Pero TVE ha decidido emitir este programa. Una decisión que sólo se entiende de forma racional como plan para demoler aún más el prestigio de una cadena. Pero demoler ese prestigio no es tan fácil. Porque en la memoria colectiva están los grandes espectáculos que ha realizado TVE. Y que sigue haciendo en formatos como Alaska y Segura. Porque lo de anoche no se puede catalogar como espectáculo, porque sería muy injusto para los profesionales que sí hacen grandes shows de entretenimiento. Esto fue una función de fin de curso con leds. Si fue un espectáculo, fue un espectáculo dantesco.

El entretenimiento cómico y musical es clave también en una cadena pública, que debe innovar y apostar por el talento. Lo hacen con grandes presupuestos la BBC, la francesa, la alemana... Y los espectadores de estas cadenas no se quejan. Porque lo disfrutan. Porque se sienten orgullosos de ello. También debe explorar este ámbito TVE. Pero primando la calidad, las ideas que marcan la diferencia y dando oportunidades a programas con un formato definido. No un batiburrillo de ocurrencias prefabricadas para engatusar a un espectador que merece todos los respetos más allá de una amalgama de los peores tópicos con el peor envoltorio técnico.

Es difícil entender que se apueste por pseudoprogramas de estas características mientras no se renuevan temporadas de reputadas series como Los Misterios de Laura, por ejemplo, o no se aclaran con el futuro de El Ministerio del Tiempo. Pero ahí está, TVE, con su Alfombra Roja desteñida y con olor al peor de los tufillos. En un país serio, este programa resultaría inadmisible y no se emitía ni una semana más. Pero se ve que no estamos en un país serio como nos quieren hacer creer.

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