OPINION

¿Por qué no se desgasta la fórmula de 'La que se avecina'?

la que se avecina
la que se avecina

No cuenta con un gran decorado que parezca real, ni con una espectacular factura visual. Pero no importa. Nada. Porque La que se avecina es una gran comedia, en guion e interpretación. De ahí su duradero éxito, que no conoce la palabra desgaste e incluso ha crecido con los años.

Tras unas tres primeras temporadas con audiencias irregulares, Telecinco supo aguantar a los vecinos del Mirado de Montepinar hasta que el público olvidó a sus predecesores de Aquí no hay quien viva y el nuevo bloque residencial obtuvo su personalidad propia.

Ahora, sus delirantes tramas parecen imparables, conectando con un público fiel que no abandona. Están siempre ahí, incluso en las repeticiones del canal FDF, cadena que se ha transformado en casi una televisión temática de La que se avecina.

Porque el mayor éxito de La que se avecina es que es una serie que apetece ver una y otra vez. Su humor no se desgasta, al contrario: crece en una reposición que multiplica la expectación por los nuevos episodios. Como Los Simpson, como Friends.

Y eso sólo se logra gracias a unos grandes guiones que, en este caso, saben idear tramas que consiguen el más difícil todavía: que, tantos capítulos después, parezca fácil desarrollar conflictos nuevos en un patio de vecinos. Tramas tan inverosímiles como identificables por parte del público. Tramas que te enganchan, no olvidan los guiños al espectador (ayer a lo Pretty Woman) y, al mismo tiempo, te permiten incorporarte a la historia cuando quieras, sin necesidad de ver todos los capítulos en un orden atado.

Así también se ha logrado la complicidad de un público joven, nativo de la era digital, que disfruta al máximo con las maquinaciones de esta ficción que crece en la red gracias a las ideas de la gente, que reinventan los gag o frases hechas de la telecomedia. Porque La que se avecina es una factoría constante de rimbombantes frases para la historia que salen por la boca de un casting de actores en estado de gracia. Un casting dirigido en el histérico tono exacto y que, además, entiende la importancia de regenerar energías al incorporar nuevos rostros o cameos constantemente.

Al final, La que se avecina ejemplifica un atinado cómic sobre la picaresca española de polígono residencial, que es un triunfo de no tener complejos televisivos: ni en guion ni en interpretación ni en creatividad.

@borjateran

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