OPINION

La oportunidad perdida: la TV que dejó de creer en el talento joven

historia de nuestro cine
historia de nuestro cine

Termina una mala temporada televisiva para la imaginación. Ha sido este un curso continuista, sin novedades en nuevos programas. Sólo en materia de series se ha avanzado gracias a algunas decisiones valientes. Sin embargo, las cadenas, más pendientes de minar a su rival que de incrementar la fidelización de nuevos públicos, están perdiendo la oportunidad de conectar con nuevas generaciones, que directamente ya consumen contenidos de entretenimiento en otros soportes, no en la televisión.

Y es que la televisión tradicional está dando la espalda al talento joven de verdad. Está desconectándose del tiempo en el que vivimos, perdida en tertulias de supuestos gurús, que han menguado gran parte de la calidad informativa, y también anquilosada en realities y/o docushows basados en el conflicto más básico. De la emoción a la pelea. De la pelea a la emoción. Poco más.

En esos géneros del reality y/o docushow se nos muestra, principalmente, a jóvenes dispuestos a todo por la fama o se nos hace una radiografía de chavales sin pretensiones, gritando a sus padres como mínimo. La televisión ha dejado de ser reflejo de una juventud real, para pasar a desprender los valores frívolos y simplistas del peor estereotipo.

El problema radica en que, ahora mismo, son este tipo de programas los únicos que prácticamente muestran a los jóvenes en la pequeña pantalla. Y sin embargo la juventud de hoy es mucho más que Hermano mayor y Mujeres y hombres y viceversa.

Tenemos un aluvión de canales, pero la pluralidad temática apenas existe a niveles prácticos. Y, mientras tanto, la mayor parte de las televisiones públicas ha perdido su capacidad de ser una alternativa creativa en contenidos debido a nefastas gestiones políticas.

De hecho, en cierto sentido se ha tirado la toalla por la cultura en televisión, en lugar de pretender arriesgar para lograr el interés de un espectador que busca unos contenidos que no encuentra en las ofertas generalistas.

La 2, por ejemplo, se encuentra estancada en su propio tópico. Ahora además ha reducido su horario de máxima audiencia a un contenedor diario, Historia de Nuestro Cine, centrado en emitir cine del siglo XX, dentro de un programa bastante ligero en explicaciones y análisis. Muy bien la historio de nuestro cine del querido siglo XX, ¿pero y el cine de hoy y mañana? ¿No sería más interesante alternar lo clásico con lo más vanguardista, con las películas independientes y pequeñas que están construyendo el cine del futuro y que nunca encontrarán cabida en las privadas?

Ser un canal cultural no significa ser un canal aburrido, repetitivo y previsible. Al contrario, se puede y debe se entretenido: una cadena con imaginación que abra sus puertas a la creatividad que existe en la industria audiovisual de España hoy. Porque, desde la calle y a través de las nuevas plataformas, sí se está dando una lección en las artes, el cine, el teatro o el periodismo. Sin presupuesto, sin mecenas, sin patrocinadores, solo con el poder de las ideas. Y así se están pariendo grandes productos.

Las cadenas públicas deberían invertir en ese talento que viene y arriesga: impulsarlo, apoyarlo, dinamizarlo y, en definitiva, hacerlo más grande y más visible. Que todos y cada uno pudiéramos participar y aprender de las personas con talento que se abren camino. Pero, en cambio, cadenas como TVE se han quedado fuera, prefieren mirar para otro lado cuando su futuro únicamente pasa por apostar y conectar con la creatividad de un país con una juventud que es imparable y no deja de crear. Aunque no se vea por la tele.

@borjateran

Y ADEMÁS…

5 prejuicios sobre TVE que debemos derribar para tener una televisión pública mejor

Cuando la política no entiende la verdadera esencia de la televisión pública

La televisión Ni-Ni, el triunfo de la audiencia que no exige

La regeneración de TeleMadrid: 8 vías de acción para recuperar su audiencia (y credibilidad)

Mostrar comentarios