OPINION

De 'Lo sabe, no lo sabe' a 'Hotel Glam': 4 programas cancelados que podrían volver a tener éxito hoy

LO-SABE-NO-LO-SABE-cancelado
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La televisión es una constante reinvención de fórmulas viejas que se adaptan a los nuevos tiempos. Por eso, en ese tiempo nuevo de regeneraciones varias que nos toca vivir, bien podrían funcionar formatos que ya fueron un éxito y que, sin embargo, se esfumaron de la programación. Argumentamos 4 posibles resurrecciones televisivas que, muy probablemente, volverían a dar la campanada.

Lo sabe, no lo sabe

Se estrenó en verano y triunfó por sorpresa. De hecho, incluso propició el no-estreno del programa que iba a ocupar en septiembre la misma franja: Guasap!. Lo sabe, no lo sabe llegó y convenció. Barato de producir, sin plató, sólo necesitaba la espontaneidad de unos concursantes encontrados en la calle y que se debían fiar de su intuición a la hora de encontrar peatones que atinaran la respuesta. Que la supieran o que no la supieran. Un buen formato que, desde variopintos pueblos y ciudades, conectaba con el alma voyeur de todo buen espectador. La habilidad de su presentador, Juanra Bonet, para jugar con cada participante fue la guinda de un pastel que terminó quemándose por una sobreexposición. Se convirtió en el programa comodín de Cuatro y la fórmula se desgastó. Lógico.Pero ya ha pasado tiempo suficiente, es un buen  formato, cien por cien español, que se puede recuperar con éxito.

El Grand Prix del Verano

El Grand Prix del Verano de Ramón García se mantuvo diez años en TVE (1995-2005) y siempre, hasta el último programa, alcanzando unos colosales datos de share. Pero desapareció, víctima de los vaivenes políticos de las gestiones de RTVE. A pesar de que el programa daba en la diana de la esencia de la televisión pública, que sabe aunar entretenimiento y participación popular, pues este concurso conseguía movilizar a los habitantes de decenas de pueblos, incentivados por la ilusión de participar en una competición televisiva y orgullosos de dar a conocer su villa al resto de España. Fue un espacio precursor de los talent shows, cuando aún no se precocinaban los perfiles de los concursantes. De ahí que el espacio transmitiera tanta verdad, ingenuidad y pasión. Era la televisión protagonizaba por la gente que está en la calle. Más allá de castings calculados al milímetro. Más allá de concursantes teledirigidos o vídeos editados. Más allá de fomentar la competición o el sufrimiento por encima de todas las cosas. En El Grand Prix lo importante era jugar, jugar por los tuyos con esa inocencia que gana la batalla a las trampas de la televisión. La televisión está huérfana de este género hecho para disfrutar en equipo y jamás obsesionado con levantar el share con conflictos prefabricados.

Los mejores años de nuestra vida

Los programas revival nunca pasan de moda. La nostalgia vende. Más aún en TVE, con su poderoso y valioso archivo. En 2009, en La 1, Carlos Sobera presentó Los mejores años de nuestra vida. Un formato que era más que un rescate de imágenes de las catacumbas de Prado del Rey: era un espectáculo de entretenimiento con un guion chispeante, que propiciaba una lucha semanal entre dos décadas. La excusa perfecta para aprender y divulgar el rico pasado de nuestro país a través de la música. El formato, además, tenía el valor añadido de que rescataba a artistas icónicos. La audiencia les volvía ver, tanto tiempo después, e incluso cantaban en directo. En Los mejores años, por ejemplo, realizó Antonio Vega su última actuación en un plató. Los más jóvenes espectadores del programa eran quienes elegían su década preferida, entre dos equipos formados principalmente por ex-triunfitos, caracterizados de la época de marras para la ocasión, junto a dos traviesas madrinas (estaba allí una novata Anna Simon, que ya apuntaba tele-maneras). El programa tenía los ingredientes para quedarse en TVE. Pero no fue así, aunque podría funcionar con una adaptación. Porque ahora nos gusta mirar atrás más que nunca y mejor aún si se hace con instinto del show de ese cabaret, algo trasnochado, que fue marca de la casa de Los mejores años.

Hotel Glam

Los realities abundan en nuestra televisión. Gran Hermano, Supervivientes, Acorralados, Campamento de Verano... Pero jamás regresó el más surrealista de todos: Hotel Glam, de 2003, que triunfó en Telecinco con los huéspedes más VIP de la fama del cutrelux. El ADN del formato contaba con un superpoder que se ha perdido en la actualidad: el programa no se tomaba nada en serio a sí mismo. Era un show festivo que no iba de nada, ni de experimento sociológico ni de convivencia para "vivir una experiencia". Y eso otorgaba al programa una personalidad arrolladora: era el reality que terminó siendo una tele-comedia. Justo esta perspectiva es la que necesita nuestra televisión para renovar este manoseado género: un reality con encierro grabado 24 horas, con gala semanal, pero con el humor por encima de la polémica y sin normas (las normas se las reinventaban cada semana). Al ser más corrosivo y menos intenso, tal vez sería ideal para que Antena 3 recuperara el terreno perdido en los formatos de entretenimiento en directo. Algo que claramente necesita para ser más competitiva frente a una Telecinco sin rival en el entretenimiento en vivo.

@borjateran

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