OPINION

Pasaporte a la isla: el concepto de "famoso" toca fondo en Telecinco

famosos telecinco
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Hubo un tiempo en el que los directivos de las cadenas de televisión estaban obsesionados por incorporar protagonistas o temáticas muy reconocibles para las grandes audiencias en sus programas. Estos personajes o contenidos debían ser "conocidos incluso por las señoras de Cuenca", expresión utilizada con desdén. Pero esos sabios jefes de la pequeña pantalla se olvidaban de que uno de los más poderosos ases en la manga del éxito en televisión es descubrir.

Nadie conocía a Susan Boyle. La rentabilidad televisiva del personaje estribó en el asombro que produjo toparse con su inesperado y contracorriente talento. El ejemplo de Boyle es el más obvio, pero hay muchos más. Porque la televisión siempre ha sido una factoría a la hora de despertar curiosidades y crear celebridades.

En Telecinco lo saben, y lo han llevado a su terreno de la tele-realidad. Cada vez de una forma más radical, más extremista. Porque, cada vez, cuesta más conocer y dilucidar que trayectoria o talento empático existe detrás de los personajes que fichan por los realities de la cadena de Mediaset.

De hecho, este domingo, en el estreno del programa Pasaporte a la isla (14,7 por ciento de share), costaba entender la misión de los reclutados para este nuevo formato que, en realidad, es una extensión de Supervivientes. Participantes de Mujeres y hombres y viceversa, un estilista que parece un muñeco de cera, madres revelación de Quién quiere casarse con mi hijo, Tuyupa -supuesta ex oficial del vidente Rappel-, y la vedette Jenny Llada son algunos de los VIPS elegidos. La mayoría surgidos dentro del universo de Telecinco, que cada vez cierra más el círculo en rostros tan propios que terminan excluyendo a los espectadores que no están inmersos en el imaginario diario del canal.

Y es que en Telecinco se autocrean la mayoría de sus propios personajes. Son más baratos de caché y, seguramente, dan menos problemas. Aunque, sobre todo, consiguen la máxima de la cadena: generar contenidos que retroalimenten toda la parrilla constantemente, también en verano, mientras otras emisoras bajan la guardia de shows en directo en las vacaciones.

Objetivo cumplido, pues. Pasaporte a la isla es más de lo mismo para propiciar más de lo mismo: la convivencia excéntrica e histérica como cultivo de polémicas que salpiquen de contenidos toda la parrilla. Un rentable modelo donde, al final, no es tan necesario que las caras del espacio sean reconocibles por las grandes audiencias, lo importante es su capacidad para traspasar la pantalla dando juego en ese bucle indefinido de desamores, traumas, infidelidades, egoísmos, enfados, celos y otras catarsis de la tragicomedia clásica. 

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@borjateran

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