OPINION

La asignatura pendiente de la ficción española

vis a vis serie
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La última temporada de la ficción española ha sido esperanzadora. Se ha impulsado la producción de algunas series más arriesgadas, que han roto con tópicos inherentes a la llegada de las cadenas privadas. Se ha demostrado que para que triunfe una serie, no es necesario un gran abanico de tramas que sean reconocibles por todos los targets de la familia, del abuelo al niño. También se ha evidenciado que no es tan trascendental que el personaje principal caiga bien al espectador medio, los claroscuros también enganchan.

Porque, al final, más importante que construir un producto de éxito es atreverse a contar una buena historia, que no deje indiferente. Y en los últimos meses, series como Vis a Vis, El Ministerio del Tiempo, El Príncipe o Allí abajo han roto ciertos moldes que parecían inquebrantables en las series de canales generalistas desde la consolidación de las televisiones privadas.

Pero es que estos moldes no siempre fueron así. La gran edad de oro de la ficción española tuvo el epicentro en la década de los ochenta, donde la factoría de series logró una gran libertad para narrar tramas e incluso versionar grandes clásicos. Había tiempo para cocinar cada producción y no existían miedos a las audiencias instantáneas, pues aún no existían mediciones diarias. Directores y guionistas contaban con una mayor independencia creativa y había series con un claro sello de autor, con realizadores como Pedro Masó (Anillos de Oro) o, en el ámbito de adaptaciones literarias, Mario Camus (La forja del rebelde) o Vicente Aranda (Los jinetes del alba, que reunió a Victoria Abril, Maribel Verdú y Jorge Sanz). Se realizaba cine seriado para la televisión.

Las nuevas tecnologías han recuperado parte de esa esencia y esa capacidad de rodar con una calidad de escuela cinematográfica, pero se ha perdido el apego a la realidad social de nuestro tiempo. Esa es la gran asignatura pendiente de la ficción española.

Los ochenta, especialmente, nos dejaron series que, en la actualidad, son valiosa documentación de su época y reflejaban el sentir de la España del momento. Anillos de Oro, Segunda Enseñanza, La mujer de tu vida, Hasta luego cocodrilo, Brigada Central, Delirios de amor, Gatos en el tejado, Las chicas de hoy en día... o incluso Verano Azul. Cada una en su género conseguía una radiografía de su época y sus circunstancias. Una disección de una sociedad española que avanzaba, aprendía y crecía, con sus aciertos, con sus errores, con su picaresca,  con sus conquistas, con su rebeldía, con su emoción.

En 2015, no son buenos tiempos para el costumbrismo, ni el naturalismo. No hay apenas series que reflejen la sociedad de hoy, a pesar de ser un momento de grandes factores en ebullición: tecnológicos, sociales y políticos.

La televisión, obsesionada con engatusar al audímetro desde el primer episodio, ha coartado la posibilidad de poder arriesgar más en cuanto a contenidos y formatos, ahora es más difícil. La cruda competencia y el pequeño mercado publicitario de nuestro país provocan que vivamos una televisión más encorsetada y menos atrevida. La televisión se está perdiendo varias generaciones cargadas de posibilidades a la hora de explorar historias. Y TVE debería ser la gran abanderada y paliar su fijación casi exclusiva por las series de época. Hay tanto que contar de nuestro tiempo...

@borjateran

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