OPINION

'Las chicas de oro' cumplen 30 años de su llegada a una TV que relega a las personas mayores

LAS-CHICAS-DE-ORO
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Fue un mes de agosto cuando la NBC se atrevió con una serie de programas especiales que contaban con sketches protagonizados por señoras mayores.

La audiencia respondió al experimento. También el vicepresidente de la gran cadena norteamericana, por aquel entonces Warren Littlefield, que se desternilló. Así nacía la idea de dar luz verde al proyecto de Las chicas de oro.

Este mes de septiembre, se cumplen 30 años del estreno de la telecomedia que hizo la revolución. La primera serie protagonizada por mujeres y, encima, mayores.

Cuatro inolvidables señoras, Blanche, Dorothy, Rose y Sophia, solas al frente de una ficción de prime time, que durante años logro grandes resultados de cuota de pantalla en la noche de los sábados. Sin rival. Lo consiguió con unos ingredientes que para muchos expertos televisivos sólo iban a espantar a los anunciantes por su target demasiado adulto. Se equivocaban.

Las chicas de oro engancharon a amplios estratos sociales con su forma de entender la vida. Hacían saltar por los aires los tópicos de la comedia televisiva para atrapar a las grandes audiencias. No sólo de su quinta, también de generaciones jóvenes, pues lo importante era la tramas y The Golden Girls contaba brillantes historias en cada capítulo.

Y ese prejuicio lo rompieron estas chicas de oro, demostrando que hay mucha vida más allá de la jubilación. Una escuela ácida y autocrítica en la que aprender de la experiencia más auténtica y divertida.

Sin embargo, la televisión de hoy vuelve a ser un desierto de productos protagonizados por personas mayores. Las cadenas relegan las canas, a pesar de que las abuelas y los abuelos son los que más horas dedican a consumir los canales generalistas. Son, en realidad, los que sostienen la parrilla de los canales.

Pero no se apuesta por ellos con personajes de calado en series o formatos de entretenimiento. No se confía en su presencia. A pesar de que su caracter puede ser aprovechado para casi todo tipo de formatos televisivos, se relega su presencia a personajes secundones encasillados en el estereotipo de abuelos y en promociones publicitarias casi exclusivamente en productos de salud o de temáticas deprimentes.

Porque, salvo excepciones (como El Corte Inglés con la campaña #ElAmorMola), la estrategia de las marcas pocas veces muestra a personas mayores viviendo como cualquier otro personaje. Siempre se cae en el cliché del "abuelo". Como si los mayores no pudieran ser mucho más que abuelos.

Es la televisión que relega la importancia de la tercera edad y que no aprovecha su mochila de sabiduría ni para aprender ni para crear producciones apasionantes.

Lo que logró Las chicas de oro parece irrepetible (no olvidemos el remake español que se perpetró en 2010) pero no debería ser así: solo hay que abordar el reto con el mismo grado de implicación y esmero.

@borjateran

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