OPINION

Las artimañas de la publicidad en TV: la credibilidad del palo-selfie sustituye al reportero (VÍDEOS)

martes y trece publicidad
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La publicidad siempre es hábil en su estrategia de convencer al espectador. Los tiempos cambian, también las formas de conseguir esa complicidad, que todos los anunciantes desean de su público objetivo. De esta forma, estamos viendo una evolución rápida en la manera de presentarnos determinada información en los spots.

Un ejemplo claro lo tenemos en los productos de hogar, donde es un convincente consumidor el que narra las bondades del producto en cuestión. Durante décadas, la historia de la televisión siempre escondía un as en la manga que parecía infalible para estos menesteres: el reportero entrevistando a una persona anónima, emulando haber sido pillada por sorpresa en el supermercado o en su propia casa, y que describía todas las maravillas de la marca en cuestión.

Pero, ahora, los creíbles reporteros han dado paso a otra tendencia: los palos-selfie. Con palo o sin palo, directamente, los creativos publicitarios intentan dar siempre la vuelta de tuerca para lograr el mejor impacto publicitario y las campañas ya intentan simular que es el propio consumidor el que se graba a sí mismo y comparte con el mundo su felicidad por haber adquirido determinado producto. Sin intermediarios. O eso nos quieren hacer creer, porque existe un equipo técnico de vídeo grabando detrás.

Es el nuevo escenario: el universo de los Youtubers, que hablan de tú a tú a sus seguidores, se ha convertido en una infalible forma de publicidad. Son los que realmente influencian a targets específicos de consumidores, pues su seguidores son más que una audiencia: son fieles que confían, casi de forma ciega, en aquello que cuenta (y recomienda) el autor del tutorial o canal de Youtube, especialmente en los productos de belleza y videojuegos.

Da igual que se vea mal el vídeo o que el encuadre sea desastroso. Lo relevante es que el protagonista de la pieza conecta con sus seguidores con una proximidad casi de amigo o incluso familiar. Sobre todo si el youtuber es hábil a la hora de contestar mensajes y participar en el debate de sus comentarios. En definitiva, participar y no temer el retuiteo. De amigos y enemigos, lo que acaba produciendo lazos en el público.

Y es que el escenario audiovisual está mutando, el espectador es más participativo que nunca, puede generar sus propios contenidos con facilidad y la publicidad tradicional aprende de los sus nuevos soportes. Los hace suyos. Los aprovecha. Los reinventa. Como aprovechó la credibilidad del periodismo televisivo, de aquel reportero callejero entrevistando a señoras convencidas de lo bueno que era todo, reporteros y señoras de unos anuncios que tan magistralmente parodió Martes y Trece con su habilidad para hacer una radiografía tan genuina (y real) de su tiempo:

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@borjateran

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