La Voz Kids arrasa: el éxito de los niños que juegan a ser mayores

"Hay niños que son viejecillos", dijo David Bisbal anoche en La Voz Kids. En sólo una frase espontánea, sin proponérselo, el jurado del cazatalentos de Telecinco resumía el concurso: niños que entran en el juego de los mayores. Y la fórmula funciona, con mucho éxito.

La segunda temporada de La Voz Kids ha arrasado en su regreso con un elevado 28.1 por ciento de cuota de pantalla y más de 4.4 millones de espectadores, superando al otro estreno de la noche la serie histórica Carlos Rey Emperador, con Álvaro Cervantes intentando conquistar los audímetros como lo hizo Isabel.

La serie de La 1 también logró un buen resultado de audiencias (15,6 por ciento), pero no tan bueno como La Voz. No obstante, son programas complementarios y el talent musical abarca un espectro mayor de públicos. Empezando por los propios espectadores fieles a Telecinco, pues los ingredientes que utiliza el show casan a la perfección con los seguidores afines a la cadena de Mediaset: emoción, folclorismo, emoción, folclorismo y, ya si eso, música folclórica con emoción.

Y ese viaje a la emoción aprueba con nota La Voz: un formato en el que no importa tanto la puesta en escena o escribir bien las canciones en los rótulos, lo importante es que el espectador se quede pegando para ver si los coaches dan al botón que gira la silla para elegir el niño que se enfrenta al reto.

Porque, en la última década, el papel de los niños en televisión ha cambiado: han dejado de protagonizar programas por y para ellos a protagonizar programas por y para los mayores. Es más, ellos mismos, como reflexionaba David Bisbal, reproducen los roles de las personas mayores cuando pisan un plató. Hasta hablan como veteranos actores de promoción "Ha sido un reto" "La experiencia va a aportar mucho en mi vida", dicen con una seriedad inquietante algunos de ellos. Porque los referentes de los niños en televisión han cambiado. Ahora sus inspiraciones son espectáculos adultos de prime time, que terminan pasadas las 12 de la noche, o series de animación extranjeras.

Pero ya no crecen con programas que despierten sus inquietudes en el clima de la particular pluralidad e identidad de nuestro país. Esa es la principal diferencia con el rol que están adquiriendo los niños en la tele. La Voz Kids, MasterChef Junior, Pequeños Gigantes, Tu cara me suena mini… Los niños son unos adultos más en el cotarro.

Aunque este rol, en realidad, no es nuevo. Chicho Ibáñez Serrador ya supo incorporar la espontaneidad de los más pequeños de la casa en su versión navideña de Un, dos tres… responda otra vez, donde los críos se transformaban en concursantes. Pero, ya había una diferencia en las formas y el formo, incluso la grada estaba llena de público infantil. El contexto cambiaba por completo.

También es recordado aquel Juego de Niños con Javier Sardá, que años después incorporó una tertulia infantil en la primera etapa de Crónicas (con un joven Mario Casas de contertulio) como tenía en su programa de radio La Ventana. O aquel PequePrix que los sábados por la mañana pretendió repetir el éxito de de Ramón García.

Aunque la gran diferencia es que estos programas jugaban con los niños con la inteligencia que merecían, sin condescendencias, sin entrar en sentimentalismos y sin crear falsas ilusiones, incentivando la importancia de valores como jugar en equipo o despertando inquietudes deportivas o culturales. En la televisión enredada en el show businees de hoy es diferente, ahora hay menos ingenuidad y más negocio. Es el éxito de la ingenuidad de los niños jugando a espectáculos televisivos de mayores.

> La preocupante desaparición de los programas infantiles

@borjateran

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