El concurso más complicado de nuestra televisión es el que entrega premios más limitados. No importa, a pesar de no contar con galardones efectistas, Saber y Ganar sigue siendo un éxito para La 2.
El programa de Jordi Hurtado lleva casi dos décadas entreteniendo con su forma de entender la televisión: el clásico concurso de preguntas de cultura general que, de repente, incluye sorpresas de familiares, hijos y amigos.
Así sucedió ayer, cuando apareció, inesperadamente en el estudio, la mujer del propio concursante, Alberto Gálvez. Ella misma preguntó, a su pareja, la tanda de preguntas que tocaba en una prueba. Más tarde, también por sorpresa, aparecieron los hijos del matrimonio. Padres e hijos jugaron en equipo.
Esa es una de las claves del elixir de la eterna juventud de Saber y Ganar: mantiene su esencia y, al mismo tiempo, se renueva con ideas que hasta pueden parecer marcianas para un formato cultural. Y las marcianadas en televisión son bien recibidas, ya que otorgan al espacio su especial personalidad.
El motivo de esta edición especial de Saber y Ganar, con su particular versión de Sorpresa ¡sorpresa!, se debe a los cien programas que ha cumplido en el concurso Alberto Gálvez, uno de los sabios del formato. Lo celebraron dedicando un monográfico en el que se homenajeó al mítico Un, dos, tres... responda otra vez.
De hecho, además de bailar la sintonía cantada por Ruperta, el concursante Gálvez tuvo que elegir, como si fuera la subasta de Mayra Gómez Kemp, entre un panel de premios. Eso sí, aquí no había hueco para adivinanzas. Los regalos eran: una escapada rural, 10 sesiones de cine, un ordenador portátil, 4 e-books y 4 bicicletas. ¿Tanta sabiduría para esto?
Es la televisión en la que lo importante es participar. Mejor todavía si es en familia, ya que los regalos estaban ideados para que Gálvez los disfrutara con su mujer e hijos.
Así está montado el negocio de las cadenas, donde es más fácil ingresar una suma millonaria gracias a un reality show que tras 100 programas compitiendo en un concurso que evalúa el conocimiento, la curiosidad y el esfuerzo. Por suerte, La 2 sigue existiendo para esa inmensa minoría que aún se ilusiona ganando bicicletas.
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