OPINION

'Rabia': los aciertos y errores del 'The Walking Dead' español

RABIA CUATRO
RABIA CUATRO

'Rabia' se ha estrenado con un buen 10.6 por ciento de share y 1.801.000 espectadores.

Cuatro ha vuelto a la ficción con un arriesgado proyecto. Se llama Rabia, se estrenó anoche y es algo así como un The Walking Dead a la española con toques de Perdidos. Un virus muta a cientos de personas que se sometieron a un tratamiento experimental para curar sus enfermedades. Los transforma en incontrolablemente seres sanguinarios y terminales. Así que las fuerzas del orden deciden aislar a aquellos que se sometieron al tratamiento pero aún no han manifestado la rabia. No vaya a ser que la líen... Pero un grupo de estos sujetos, potencialmente peligrosos, escapa cuando es trasladado en una especie de bus municipal rumbo a un futuro desconocido. Resultado: huyen, claro, y se esconden en un refugio.

Así arranca una ficción que cuenta a su favor con un nutrido y solvente reparto, compuesto por nombres reputados como Carles Francino, Patricia Vico, Paco Tous, Malena Alterio, Adriana Ozores, Concha Cuetos, Fele Martínez, Elisa Mouliaá o Diego Martínez, que encarna a un agente detrás del caso y que es el descubrimiento de la serie.

Los actores son el ingrediente que destaca en una producción que, innegablemente, cuenta con cierto magnetismo a la hora de contar su historia. Los clichés más tópicos se suceden, pero el ritmo es tan frenético que la serie, al menos en su primer capítulo, entretiene y funciona narrativamente como lo que es: un producto lúdico y de género que solo pretende lo que consigue, fijándose en producciones internacionales que juegan las mismas cartas con presupuestos mucho mayores.

Quizás su fallo puede ser que, dentro de esa vocación lúdica, Rabia comete el error de tomarse demasiado en serio a sí misma. Se nota en la dramática intensidad con la que los actores afrontan sus personajes.

Y ese dramatismo choca con el envoltorio de la producción. De nuevo, Mediaset cae en la trampa de primar una excesiva iluminación (sin ir más lejos, el capítulo de anoche arrancaba en una sala de cine en la que no podía haber más luz) que tenía sentido en las series de los noventa para engatusar al espectador pero que ahora, en el universo de la alta definición, sólo evidencia los defectos de los efectos especiales y propicia que la historia sea menos creíble. ¡Cuánta luz hay en ese refugio incluso de noche!

Con una fotografía más matizada, Rabia ganaría en atmósfera y efectismo. Y es que no se puede iluminar las series como si fueran el plató de Sálvame. Porque, aunque en ocasiones parezca que algunos colaboradores del Deluxe muestran síntomas de rabia, son productos muy diferentes.

Estamos, pues, ante un intento interesante por parte de Cuatro, una idea que bien podría resultar un impulso para la marca de la cadena roja. La consolidación de Rabia depende de que el espectador decida darle una oportunidad y no la compare en exceso con producciones americanas de corte similar. Porque todos sabemos que las comparaciones son odiosas. Y dan mucha rabia.

@borjateran

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