OPINION

Pablo Motos, el éxito de romper con el guion preestablecido

pablo motos bertin osborne
pablo motos bertin osborne

25.000 pesetas se gastó Pablo Motos en unos juegos recreativos a los pocos minutos de ser fichado por el programa de Julia Otero en Onda Cero. Lo recordó anoche, en el espacio de entrevistas de Bertín Osborne en La 1.

Eran los años noventa y Motos entraba a formar parte del equipo de La Radio de Julia. Un programa de radio que fue más que un programa de radio, marcó un antes y un después en el oficio de contar historias con mirada propia. La radio que bajaba del púlpito para apostar por la complicidad con el oyente. Sin medias tintas.

Y Pablo Motos, en la primera hora de aquel formato radiofónico, La Hora Tremolina (se llamaba la sección), aportó su personalidad, especialmente singular, capaz de convertir en un espectáculo la vida cotidiana. Lo hacía junto a unos oyentes que participaban en el programa activamente. Porque la interacción ya existía antes de las redes sociales.

De hecho, en La Radio de Julia, Otero incorporó un monólogo diario de Motos: rápido, fresco e identificable por parte del público, cuando aún en España pocos sabían qué era eso del monólogo. Era la radio que realizaba un reflejo empático de nuestra sociedad, con sus grandezas y sus miserias, con sus delirios y sus rarezas, donde era fácil sentirse reflejado.

Una vez más, la radio iba por delante, experimentaba, se atrevía a salirse del guion preestablecido. Sin mesas camillas, sin discursos engolados.

Y en esa línea realistamente imaginativa, en la que la radio fue germen crucial, ha seguido Pablo Motos. No es fácil en unos medios de comunicación que prefieren lo solvente a lo creativo, como si fueran dos cosas incompatibles. Su programa, El Hormiguero, representa al riesgo en televisión de esa gente que apuesta por las ideas más allá de las dictaduras del share.

Pero, como recordó el propio Motos a Bertín Osborne anoche, él tuvo la oportunidad de dar el salto a la tele desde su microclima radiofónico gracias a una decisión valiente, de aquel canal Cuatro de Fernando Jerez y Daniel Gavela. Como años antes también lo hizo Otero al apostar por su talento. Porque la mejor radio y la mejor televisión es fruto de decisiones osadas.

Una década después del lanzamiento de El Hormiguero en Cuatro, ahí sigue Pablo Motos, con sus hormigas de peluche que hablan y con sus experimentos científicos en los que pocos gurús de la cuota de pantalla confiaban.

En todos estos años, sólo hay una diferencia de vértigo: ahora Motos es una estrella del showbusiness, impone y todo, pero ayer con Bertín Osborne demostró que mantiene la esencia de aquel locutor de provincias, inquieto, ingenioso, travieso y hasta surrealista, que rompía con el guion preestablecido de los locutores de provincias y que, por eso mismo, perdió 25.000 pesetas en las maquinitas de unos juegos recreativos cuando fue consciente de que daba el salto a la radio nacional. Al fin y al cabo, eso también es una de las esencias claves de la mejor radio y televisión: saber jugar.

@borjateran

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