OPINION

6 errores que los creadores de 'Yo quisiera' han aprendido de un fracaso llamado 'Dreamland'

Yo-Quisiera-Divinity
Yo-Quisiera-Divinity

La escuela de Dreamland ha cambiado de color sus paredes para ser el decorado de Yo quisiera, una nueva ficción juvenil con canciones incorporadas. Se repite la fórmula de éxito de otras ficciones del género. Niña con una vida secreta exitosa. Si Hannah Montana tenía una doble personalidad como estrella de la música, en Yo quisiera Lana (que así se llama la prota, que da vida Lucía Gil) es una bloguera de influencia que, por cierto, también canta. Porque estas producciones adolescentes mejor siempre si dan el cante.

1. Canciones que aparecen cuando menos te lo esperas

Porque en Yo quisiera cantan. Claro que cantan. Christian Sánchez, el chico protagonista, es experto en componer hits. Y la serie lo aprovecha, como lo aprovechó Dreamland, producción en la que también fue cabeza de cartel. Aunque con una diferencia: aquí se canta en español (nada de chapurrear inglés) y las canciones están incorporadas mejor en la trama. Un poco mejor, al menos. Al revés que en el mundo de Dreamland, donde se evidenciaba que primero hicieron videoclips musicales y luego pensaron un guion para intentar dar un sentido lógico al capítulo. Pero poco o nada tuvo sentido. En Yo quisiera, por suerte, justifican los temas y se han sacado de la manga una especie de bar, como el CBC de Al salir de clase, escenario ideal para que aparezcan artistas invitados y se pongan a promocionar su música. Al final, va a ser verdad eso de que todo está inventado.

2. Justificar (mejor) la trama

Lana se enamora de André, que interpreta Christian Sánchez, que, a su vez, está más pillado por su papel de bloguera en la sombra. Claro, no sabe que ambas son la misma persona. Conflicto apoteósico, sí. Nada previsible. Y aunque el perfil físico de Christian, marcando músculo con camisetas de tirantes bien apretadas, no parece que congenie demasiado con las adolescentes de hoy en día (que prefieren más el rollo de Abraham Mateo y Los Gemeliers), los guionistas sí que han sabido justificar su presencia en la historia. Es camarero, no estudiante. Y lo venden en las tramas como el amor prohibido por ser bastante más mayor.  Aún así, André se pone gorras para estar a la moda abrahamer.

3. Protagonistas más jóvenes... e identificables

Y es que exceptuando el papel de André y las familias de los niños, en Yo quisiera han reducido la edad de los protagonistas para que su audiencia potencial se sienta identificada. No son un cuerpo de baile, son chavales con perfiles más reconocibles por parte del espectador. Además, han optado por un reparto multicultural, justificado en el nombre del colegio. Una mezcla un poco raruna de acentos, sí. El motivo: triunfar al otro lado del océano, pues esta serie está concebida para engatusar al público latino, que consume fervientemente este tipo de formatos, aunque evidencien una producción más low cost. Yo quisiera nos descubre un abanico de dignos actores del culebrón de Galavisión. Sólo falta un cameo de Don Francisco.

4. Espacio libre de humos

Las reservas de humo se agotaron con Dreamland. Y es que, para hacer más bonita la factura visual de la serie, se optó por inundar el set de una humareda digna de El Coloso en Llamas. Tal vez creyeron que las coreografías quedaban así más espectaculares. Casi costaba reconocer al elenco. En Yo quisiera no hay humo (lástima) y han hecho un curso de bricomanía para redecorar la escuela con un toque más limpio, blanco y luminoso, que funciona mejor a la hora de engatusar al zapeador. Su claridad entra por los ojos de la audiencia de un canal como Divinity.

5. Hablar de redes sociales todo el rato

Ay, tía, no me ha puesto un like. Las redes sociales son las constantes protagonistas de Yo quisiera. Ya no importa tanto el talento del esfuerzo y eso de la "fama cuesta" que contaba Dreamland. Aquí está omnipresente la preocupación del siglo XXI: los followers. El público objetivo se siente más reconocido en los conflictos de "instagram" que con el sudor de duras coreografías. La serie, además, se estructura a través de apuntes de moda que va dando la protagonista a través de su web, intentando aprovechar el furor actual por los tutoriales y blogs de belleza.

6. Historia sencilla de seguir

En Dreamland las tramas eran tan inconexas y locas que se notaba que todo estaba pillado con alfileres. Se confundía improvisación con ficción. Era difícil entender con claridad una historia definida y ordenada. En Yo quisiera se han centrado en narrar una historia coral, sustentada en dos protagonistas. Luego, ya si eso, te los crees. O no. Pero es fácil de seguir el guion y no perderse. Han metido en la batidora para el éxito cientos de elementos que ya hemos visto: malas de culebrón venezolano, amores imposibles, artistas en potencia en busca de cumplir su sueño, desilusiones escolares y unos cuantos semidesnudos gratuitos para alegrar la vista. Seguramente ya hemos visto todos estos trucos en la tele con más arte y pretensión, pero Yo quisiera hace su función: evadir.

@borjateran

Y ADEMÁS…

4 anomalías de la TV en España que hemos terminado interiorizando como normales

Las 3 mentiras televisivas que ha derribado ‘Tu cara me suena’ en viernes

De Ellen DeGeneres a Buenafuente: la publicidad tradicional se reinventa en la TV (VÍDEOS)

Los tres errores de las cadenas en las redes sociales

5 razones por las que no podríamos hacer ‘Juego de Tronos’ en España

Mostrar comentarios