OPINION

Susanna Griso y la alargada sombra del fervor popular por Bertín Osborne

susanna griso 2 días y una noche
susanna griso 2 días y una noche

Tras el boom de los programas de cocina, ha llegado el boom de los programas de entrevistas con cocinillas. Si Bertín Osborne lleva a los invitados de En la tuya o en la mía a su vitrocéramica táctil, Susanna Griso ha puesto a guisar a su primer convidado, Sergio Dalma, en su nuevo espacio Dos días y una noche.

Como su nombre indica, se trata de otro docushow en el que el presentador convive con un personaje ilustre durante dos días y una noche. A primera vista, el programa puede recordar al show de Bertín Osborne aunque, en realidad, es un formato basado en ‘Sleeping with the stars’ del que ya TV3 hizo una versión libre con el periodista Albert Om. Sin embargo, Griso va a sufrir la alargada sombra del fervor popular por el programa de Bertín, con un magnetismo que crea una fascinación colectiva: se ama u odia, pero no crea indiferencia.

No obstante,  En la tuya o en la mía y Dos días y una noche se parecen en poco. Los programas de Bertín y Susanna comparten cierta convivencia, una realización visual mimada, una buena selección musical y recetas de cocina con el invitado de turno. Ya se sabe que, en España, guisar siempre sube la cuota de pantalla. Pero Dos días y una noche, al menos en su primera edición, consigue transmitir menos campechanía que En la tuya o en la mía.

De hecho, Susanna Griso evidencia en cámara una naturalidad más forzada, como también sucede con los últimos estrenos en el género del docushow de Atresmedia, Casados a primera vista (el reality-culebrón de bodas entre desconocidos) y A mí manera (la intensa reunión de cantantes míticos)

Como en estos espacios, aquí también todo parece colocado y recolocado en el encuadre de forma artificiosa. Todo, e incluso la propia Susanna, que no está tan relajada como Bertín. Ni cuando pone los pies encima del sofá.

Por momentos, parece que sigue presentando Espejo Público. La única diferencia es que aquí no existe plató, la presentadora se cuela en la casa verdadera del artista y descubre parte de su vida privada. Y se ve como se instala, abre la maleta y hasta mete su ropa en los cajones (menos mal que sólo se queda una noche...). Será que Susanna es muy ordenada, y esos planos dan mucho juego a la hora del montaje de imágenes.

Ese es el gran fuerte de Dos días y una noche: descubrir el hogar de los protagonistas. El lado voyeur del espectador queda resarcido. Pero al programa necesita contar una historia con mayor espontaneidad. Sobran las explicaciones de Griso mirando a cámara (rompen el climax del lado íntimo del programa, pues saca su tono de presentadora del Telediario) y falta una buena conclusión, una apoteósis de cada edición.

La primera emisión se terminó de forma casi atropellada, como si se hubiera acabado el tiempo. Tal vez sea que las rimbombantes odas de Bertín Osborne a sus invitados, en los finales de su En la tuya o en la mía, nos han malacostumbrado.

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@borjateran

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