Un magazine diario de cuatro horas en directo provoca daños colaterales. Es inevitable. El subconsciente aflora e incluso los prejuicios. Es lo que le ha pasado a Ana Rosa Quintana, cuando ha sufrido una metedura de pata a lo Mariló Montero.
Esta mañana, mientras comentaba el juicio a Rita Maestre por el acto reivindicativo en una capilla de la Complutense hace unos años, la presentadora del matinal de Telecinco ha pedido respeto para las creencias de cada uno y ha comparado este suceso con la indignación que podría generar " una manifestación en contra de los gays en su hábitat". ¿Cuál es el hábitat gay? ¿Chueca? ¿Acaso los gays tienen un hábitat diferente al resto de la sociedad? Esta etiqueta excluyente, de marginar a una condición sexual a supuestos hábitats, ha indignado en las redes sociales.
Tras el aluvión de críticas, Quintana ha intentado excusarse con un argumento que no ha convencido tampoco a los usuarios de Twitter, donde la presentadora se ha convertido en trending topic. La periodista ha explicado que sólo quería pedir respeto para la forma de vida elegida por cada uno, sea religiosa o sexual, y ha leído una de las definiciones de la palabra "hábitat": "ambiente particularmente adecuado a los gustos y necesidades personales de alguien".
Intentaba arreglarlo, pero, de nuevo, el inconsciente le ha traicionado: porque ha optado por una comparación insostenible. Una cosa es un templo religioso, al que acudir o no, y otra es una condición sexual.
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