OPINION

El fracaso (televisivo) de las retransmisiones del discurso de investidura de Pedro Sánchez

discurso pedro sanchez twitter
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La programación de La 2 se paralizaba. Tradicionalmente, el discurso de investidura sólo se abría paso a través de la segunda cadena de televisión española. No interesaba. Era una emisión previsible e incluso aburrida.

Pero, este año, el discurso de investidura de Sánchez ha sido diferente. Lo han emitido todas las principales cadenas, a excepción de Telecinco que ha continuado con su habitual Sálvame diario.

La 1 de TVE, Antena 3, Cuatro y La Sexta han conectado con el Congreso de los Diputados para retransmitir el parlamento del presidenciable, que ha durado una hora y 36 minutos. Si hemos vivido la campaña electoral más mediática, también lo debía ser el discurso de investidura.The show must go on.

Las cadenas han emitido los prolegómenos del acto con extensos programas especiales. Tampoco han faltado las conexiones con los pasillos del Congreso, congestionados de periodistas. De hecho, los líderes políticos estaban rodeados como si fueran estrellas del rock, todos querían la declaración.

Y las cadenas de televisión emitiéndolo en vivo, cada una con su particular personalidad. La que más ha innovado, en esta ocasión, ha sido Antena 3, que ha sobreimpresionado en pantalla tuits, muchos de ellos lanzados por diputados desde el propio Congreso. Un acierto, porque las teatrales negociaciones de formación de Gobierno no sólo se han vivido en el Congreso: la red social Twitter ha ocupado un protagonismo de una relevancia colosal. Así son los nuevos tiempos.

Aunque la sesión de investidura no es un formato acorde con la televisión comercial. No ha funcionado en audiencias. La Sexta ha liderado a la baja con un 8,8 por ciento de share, dato parecido al de La 1 (8.2 por ciento) y Antena 3 (8.6 por ciento). Cuatro, por su parte, se ha quedado en un pobre 2,6 por ciento.  Era previsible, ninguna emisora ha logrado disparar su share y superar la barrera psicológica del diez por ciento de cuota de pantalla.

Las cadenas privadas se equivocan pretendiendo hacer un espectáculo televisivo con este acto institucional, con ritmos y lenguajes no acordes con la dinámica a la que se ha acostumbrado el espectador de las emisoras generalistas. Una cosa son los debates y las tertulias televisivas, y otra cosa es el Congreso. Ahora debería ser el turno de la política, donde mediáticamente el foco del show televisivo no será tan importante como su divulgación posterior a través del buen periodismo, que digiera las circunstancias y no se quede en las rimbombancias.

Y ahí está el problema: vivimos la era del periodismo instantáneo en el que, salvo grandes excepciones, no hay demasiado tiempo para deglutir los impactos informativos. Al contrario, la televisión mide el éxito o fracaso de la política como si fuera un audímetro de uno de sus shows de prime time, en donde parece que el volátil efectismo de los 140 caracteres de un tuit manda más que la búsqueda del diálogo constructivo y con trasfondo. Será porque aún seguimos en campaña electoral.

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@borjateran

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