OPINION

'Érase una vez... la vida': cuando aprender era divertido gracias a los dibujos animados de TVE

erase una vez el cuerpo humano
erase una vez el cuerpo humano

El lacrimógeno Marco. Las canciones de Espinete. Los monstruos gigantes japoneses. En un tiempo en el que la programación infantil era un contraste de emociones, una serie decidió divulgar el interior del cuerpo humano y puso el entretenimiento televisivo al servicio de la educación.

Así nació Érase una vez... la vida, comprometida con su tiempo y las nuevas generaciones. Más que unos dibujos animados, un viaje por el interior del cuerpo humano gracias a unos personajes de tebeo que lograban convertir lo complejo en una sencilla y divertida aventura.

De hecho, los protagonistas de la serie eran muy fáciles de reconocer por los propios niños. Por ejemplo, las células del ojo llevaban gafas, los anticuerpos eran feos insectos amargados o los glóbulos rojos correteaban con sus inolvidables bolas de oxígeno. Un puzle de tramas de cómic para explicar el funcionamiento de cada elemento del cuerpo humano en episodios temáticos (los músculos, la piel, la respiración, la digestión, la sangre, el corazón, el cerebro, el esqueleto, el hígado, la médula ósea, los riñones, el oído, los dientes, las plaquetas...).

Tres décadas después de su estreno (1987), varias generaciones aún se imaginan a los glóbulos rojos o a los virus como los ideó el francés Albert Barillé, creador e impulsor de esta ficción en la que participó activamente TVE como cadena coproductora. Un reto que ya antes Barillé también abordó con su particular repaso de la historia de la humanidad (Érase una vez... el hombre -1978-) o recreando una posible futuro en el que aprender de los errores avariciosos del pasado (Èrase una vez... el espacio -1982-).

Ya no existen dibujos animados divulgativos que generen un acontecimiento social como Érase una vez... la vida. De ahí que aún, en 2016, mamás y papás sigan proyectando a sus hijos esta ficción, aunque determinados temas se hayan quedado desactualizados 29 años después. Una inversión de una TVE a la que no le temblaba el pulso a la hora de participar en producciones de este calado, pues Érase una vez... la vida fue televisión pública en su máxima expresión.

En total, 26 capítulos que reunieron a la familia frente al televisión y dispararon las audiencias enseñando los órganos y procesos del cuerpo humano.

Y esa era (y es) una de las misiones prioritarias de la televisión pública, que se ha ido desdibujando en los últimos tiempos, por la mediocridad de la gestión política del viejo 'ente' e intereses privados. Un cometido que no se puede olvidar: enseñar y despertar inquietudes para una sociedad mejor desde el entretenimiento cercano e integrador.

La vida es así, llena de cantos y de emoción, es un bosque, un río, lluvia, viento y sol. Es el vuelo de una paloma, es el canto de un ruiseñor. Una flor que se abre en el centro de tu corazón...

@borjateran

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