OPINION

Las 4 mentiras sobre el fin de los programas musicales en la TV

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Los programas musicales de la televisión ya no existen. Desde el nacimiento de Youtube, se han esfumado de la programación tradicional. Los cantantes y grupos tienen que colarse en los talent shows o magazines como Qué tiempo tan feliz o Sálvame para promocionar su talento. O esperarse a navidades, a las fiestas de guardar, cuando TVE realiza sus especiales de Nochevieja y Nochebuena. Pero el resto del año ni rastro. La música se queda relegada a base musical para ilustrar los videos de Gran Hermano y poco más.

Lejos queda aquella televisión pública que llegó a emitir hasta 20 programas de música simultáneamente. Cada género y estilo tenían su propuesta. Del más independiente al más popero. Pero ahora dicen que Internet ha matado el interés por la música en la televisión tradicional, hasta el punto de conseguir que se instalen en nuestra conciencia 4 mentiras televisivas por derribar.

1. El público con la música no tiene paciencia

Los espectadores ya no esperan a una hora exacta para disfrutar de una actuación musical que tienen a disposición, con sólo un clic, en Youtube. Es cierto. Pero la audiencia sí que aguanta cuando la cadena en cuestión realiza un show o acontecimiento con una puesta en escena creada para cada artista y sólo para esa ocasión. Entonces, el espectador busca sorprenderse, sigue disfrutando de la experiencia televisiva con algo que aún no está en la red. El problema en España es que las cadenas se han quedado atadas al playback con pie de micro incorporado. No crean eventos únicos gracias a la música, eventos que fomenten la expectación en la audiencia.

2. Sólo triunfa la música en la competición del talent show (con un buen contraplano de jurado)

La música sólo se cuela en el horario de máxima audiencia si existe un talent show. Es decir, un concurso con su emoción, su dosis de humor y, ya si eso, sus aspirantes a artistas, que suelen ser lo último que importa. Y todo aderezado con muchos planos de las caras de asombro o susto de los miembros del jurado de turno, que dictan sentencia. En la era de la televisión cargada de multi-impactos, donde la pantalla se sobrecarga de información, hay que vestir el número musical de feroz competición porque si no parece que la audiencia se espanta. Pero un artista, por sí mismo, también puede reunir grandes cuotas de audiencia si su actuación cuenta una historia, por encima de la evidente mirada de reacción del jurado. Esta es una de las claves del éxito de Tu cara me suena, por ejemplo. O del mismísimo Eurovisión, que rompe cuotas de pantalla. Y de otros muchos de los programas musicales de éxito de nuestra historia (léase el extremo de los creados por Valerio Lazarov). Pero esa perspectiva se perdió. Y con ella el interés por la música como ingrediente televisivo.

3. Sólo tira la nostalgia de la música en la generación EGB

Lo "vintage" cada día es de más gente. El éxito viral y social de Cachitos de hierro y cromo lo demuestra. Y los resultados de audiencia conseguidos el pasado fin de año evidencian que el formato de TVE no es sólo un éxito en redes. Sin embargo,  los responsables de las cadenas no exprimen esta demanda de los televidentes más allá del rescate de imágenes de archivo o centrándose en los recuerdos de su propia generación o la de sus padres y abuelos.  Lo que se les escapa a estos directivos mediáticos es que también existen nostalgias televisivas mucho más cercanas en el tiempo....

4. Los perfiles de espectadores interesados por la música son muy reducidos

Los programas musicales que sobreviven se relegan a altas horas de la madrugada. Es el caso de Los Conciertos de Radio 3. Los programadores entienden que su público es tan fiel que trasnocha si hace falta y, de esta forma, ese mismo programa no hace sufrir el dato de audiencia de franjas más competitivas de la parrilla. La apuesta fallida de La Sexta por A mi manera también ha sentenciado un escaso interés por el género, incluso cuando se disfraza de docushow. Pero, probablemente, el error aquí ha estado en el casting. Porque la música sí que funciona. Los norteamericanos, por ejemplo, lo demuestran día a día. Sólo hay que zapear por el show de Ellen DeGeneres, Saturday Night Live o cualquier late night. Su truco, no relegan la actuación a un mero número de promoción sino que le dan un lugar destacado en el programa. Siempre con puestas en escena diferentes, apropiadas para cada tema y para cada artista. Porque los programas musicales en estado puro no han muerto, sólo la capacidad de las cadenas para creer en ellos.

@borjateran

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