OPINION

4 aciertos (a nivel televisivo) del regreso de 'MasterChef'

masterchef temporada 4
masterchef temporada 4

En el estreno de esta cuarta temporada, ha logrado un 15.5 por ciento de share y 2.722.000 espectadores, por detrás del exitoso El Príncipe (23.5% y 4.270.000).

Vivimos de programas de casting por encima de nuestras posibilidades. Y MasterChef ha regresado con un duro handicap: superar las expectativas de las anteriores ediciones ante un público resabiado en esto de audiciones en un plató de televisión. Prueba superada.

1. Un jurado como de la familia

Uno de los valores de MasterChef es que el jurado se ha ganado una complicidad que va más allá de la frase hecha. Se mojan, se implican, bromean sin autocensurarse por la dictadura de lo políticamente correcto (con la candidata que fue portada de Interviú se vinieron arriba...) y, sobre todo, dan argumentos. Sus comentarios aportan. Porque enriquecer no es incompatible con ser pícaro o duro.

2. Buenos y regulares cocineros

Un casting es tedioso. Pero MasterChef lo transforma en un show. Con buenos y regulares cocineros. Incluso con un filipino, que tira los trastos a Jordi Cruz. Incluso con una petición de matrimonio en plató (vale, esto ya lo hemos visto demasiado). Incluso con la tristeza de una participante eliminada que se metamorfosea en alegría cuando Pepe le regala todos los utensilios de cocina que siempre añoró para poder seguir probando y así regresar el próximo año. No se quedan en el simple casting y fomentan momentos estelares de guion que aderezan el paso por la audición de cada participante, retratando mejor su perfil personal e impulsando su interés imprevisible a nivel televisivo.

3. Un jardín vertical

El decorado de MasterChef ha incorporado un jardín vertical. No es nada baladí. La escenografía de MasterChef de madera puede caer en una oscuridad tétrica que aleja al espectador del prime time. Pero en el MasterChef español, se convierte a esa oscuridad, sello del formato, en una escenografía luminosa. Con y sin jardín vertical. Hay luz y una realización, edición y montaje de imágenes sublime  que logra que el espectador no se pierde nada. Ve, y escucha. Y casi hasta huele los platos. También en este casting que no ha dado tregua, entrando primeramente por los ojos, tanto en el interior del estudio o en los impresionantes exteriores que airean el desarrollo del programa.

4. Sorpresa, tensión, alguna que otra lágrima pero, sobre todo, buen rollo

MasterChef es un formato serio. Y su casting es más serio aún. Pero también el humor es muy serio. Así, la versión española del talent de chefs no olvida que el valor añadido del programa está en el entretenimiento televisivo en positivo, que apuesta por el buen rollo a través de la televisión. Ese es el superpoder de MasterChef España, y se ha vuelto a evidenciar en su casting de 2016: sabe contextualizar a los aspirantes, dibuja historias detrás de cada carácter de sus protagonistas (del concursante al jurado) y pica la curiosidad del espectador. Y todo narrado (casi) siempre a través del prisma del buen rollo que ha ido ganando este formato con su evolución en el tiempo.

La televisión que cuece y enriquece gracias al entretenimiento traviesamente cómplice, ese entretenimiento en el que la audiencia se siente partícipe. Porque el entretenimiento televisivo si es travieso, es mejor.

A FONDO > Los 13 ingredientes de la receta del éxito de 'MasterChef'

@borjateran

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