OPINION

'Quiero ser monja': así aprende un docushow de la religión

yo soy monja cuatro
yo soy monja cuatro

La religión ha llegado al género del docushow en España con Quiero ser monja. Un programa de Cuatro, producido por los mismos responsables de Quién quiere casarse con mi hijo, Pesadilla en la cocina o Un príncipe para tres princesas. Aunque el gran acierto es que se aleja del tono surrealista de este tipo de formatos para realizar un reality desde el respeto que merece el tema.

Quiero ser monja no es un documental, pero tiene mimbres de documental. Quiero ser monja no es un reality, pero cuenta con trazos de reality. Quiero ser monja no es un programa de testimonios, pero utiliza elementos del programa de testimonios. Y ese es su acierto, pues coge lo mejor de estos géneros televisivos para crear un show de prime time que divulga la situación a la que se enfrentan varias jóvenes que se han encontrado con una vocación a contracorriente de los cánones establecidos en nuestra sociedad.

De esta forma, con una tranquilidad argumental que no acostumbran los programas de estas características, el formato de Cuatro dibuja las tramas y temperamentos de cada una de sus protagonistas. La fiestera, la chica con novio, la posible concursante de La Voz, la que le encanta abrazar árboles. Y el choque que sufren al enfrentarse a las reglas del juego. Ahí está el conflicto principal del programa, en el que no hay sorpresas. Lo típico: dolor porque se les confisca el móvil, trauma por la austeridad de las habitaciones y crisis por el despojo de sus ropas caras.

Pero, en realidad, las gran revelación del programa son las monjas, que transmiten una acogedora luz. Lo fácil del formato hubiera sido pintar histéricos conflictos desde el minuto uno, meter soniquetes para parodiar a las jóvenes del casting e introducir malos rollos más bruscos, pero la productora ha dejado a un lado la tensión de manual o el humor más básico porque ha entendido que por si misma es más poderosa la historia: ya que despierta debate, dudas y curiosidades en el público.

Por eso mismo, ha sido inteligente narrar la nueva vida a la que se enfrentan las aspirantes a monjas a través de la paz de convento, aderezada por el dinamismo televisivo que aportan un puñado de músicas de catequesis. No todas seguirán ese camino religioso, pero lo que es seguro es que todas aprenderán y hasta derribarán prejuicios. Las aspirantes a novicias, las propias monjas e incluso los espectadores de Cuatro.

@borjateran

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