En un alarde de originalidad, Rusia ha enviado a Eurovisión una propuesta escénica muy parecida a la del ganador del año pasado, Måns Zelmerlöw.
Pero si la idea sueca era pura elegancia (aprovechando la tecnología de las impresionantes proyecciones vía mapping), la maquinación del candidato ruso es un explosión de impactos visuales delirantes por los que el cantante va escalando como si estuviera en un rocódromo de la GameBoy.
Un excéntrico juego de proyecciones y escalada que no podía acabar bien. Y, claro, en uno de los primeros ensayos el intérprete se ha caído al suelo desde una buena altura, mientras subía a la cima de su decorado portátil. Con tanta lucecita, tanto escalamiento y tanta proyección en movimiento más que un número musical parece una carrera de obstáculos de Humor Amarillo en la madrugada de una discoteca hortera de Benidorm. Pobre Sergey Lazarev.
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