OPINION

El debate entre Iglesias y Rivera: el día de la marmota y la inteligente estrategia de 'Salvados'

SALVADOS DEBATE ALBERT RIVERA PABLO IGLESIAS JORDI EVOLE
SALVADOS DEBATE ALBERT RIVERA PABLO IGLESIAS JORDI EVOLE

El primer debate de Salvados, entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, sentó un precedente sin retorno para la historia de nuestra televisión: sin tiempos preestablecidos, sin temas pactados por jefes de campaña, sin monólogos mirando a cámara. Y en un bar. En un bar a pie de la realidad de la calle. Un debate de verdad, vamos.

Las elecciones se repiten, y Jordi Évole ha repetido su debate a dos. Ya no ha sido en un bar a pie de la realidad de la calle. Ahora se ha realizado desde una acristalada galería con vistas sobre el cielo, el cielo de Madrid. Abajo, muy abajo, la gente. Abajo, incluso, el Congreso de los Diputados.

Y, de nuevo, no ha ganado ni Albert ni Iglesias. Ha ganado Salvados. Salvados de La Sexta, que ha sabido tomar el pulso al sentir social y a los propios problemas a los que se enfrentaba, esta vez, la propia emisión de este cara a cara.  Évole, de hecho, ha avanzado en el arranque del programa el hartazgo social con el que lidiará la audiencia del programa de esta noche.

El propio presentador ha sentado las bases de lo que nos íbamos a encontrar: el día de la marmota. Prácticamente los mismos argumentos. El mismo discurso, pero más agresivo. Bastante más agresivo. Aunque también se ha mantenido el mismo periodismo, que ha sido astuto a la hora de trasladar la preocupación de la ciudadanía a los dos líderes, intentar rebajar el tono de los contendientes y marcar una estructura de programa con una planificación inteligente y no evidente.

Una estructura de Salvados que ha empezado enfrentando los argumentos de la precampaña de Pablo y Albert para después mostrar las pullas en el Congreso de ambos líderes. No obstante, el principal acierto ha estado en ir sacando a la palestra titulares de la actualidad real de los últimos meses, en busca de propuestas reales de los dos candidatos: el problema del empleo, los recortes que obliga Bruselas, el incendio del cementerio de neumáticos de Seseña...

Salvados ha planteado problemas realistas a los que se enfrenta el país. Pero los líderes se quedaron, como era de esperar, en su estrategia de titular de marketing táctico. En este sentido, Rivera ha optado por dos caminos principales: el personalismo como freno a los pactos (de Iglesias) e intentar colocar a Podemos en el plano de la extrema izquierda. Sin olvidar las referencias a Venezuela, claro, y el viejo truco de decir al rival aquello de "estás muy nervioso" para debilitar su imagen en el subconsciente más consciente del espectador. Mientras que Pablo Iglesias ha centrado el centro de su discurso a enfatizar que Ciudadanos es el Partido Popular. Todo muy previsible.

De nuevo, la teatralización de la política en prime time. El día de la marmota. En un debate en el que parecía que la sociedad era lo de menos. Por suerte, estuvo Jordi Évole para recordarlo.

¿No os dicen vuestros amigos que salís demasiado en la tele?, cuestionó el presentador que se guardaba para el final, con su habitual capacidad de autocrítica, una reflexión contundente: ¿estamos confundiendo la comunicación política en un cierto exhibicionismo? Tal vez debería presentarse Jordi Évole a presidente de Gobierno.

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@borjateran

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