OPINION

¿Y si los audímetros fallasen igual que las encuestas electorales?

sondeo electoral erroneo
sondeo electoral erroneo

No es país para sondeos. O eso indica el resultado de las últimas encuestas electorales, que se ha parecido poco o nada al escrutinio real. Las empresas demoscópicas acumulan una larga lista de fallos graves. En España, pero también en lugares como el Reino Unido, donde el pasado jueves anochecieron creyendo en el éxito del sí a Europa y, al final, despertaron con el triunfo del Brexit.

Ya en las elecciones europeas ningún sondeo se aproximó a los 1,2 millones de votos y cinco eurodiputados de Podemos. Tampoco atinaron en las pasadas generales de diciembre, cuando la macroencuesta de RTVE y las cadenas autonómicas, anunciada como la más ambiciosa de la historia de España, no acertó a pesar de reunir la vertiginosa cifra de 177.000 entrevistas en 1.200 colegios electorales. Ni con esas.

Este 26 de junio, ha vuelto a suceder. El sondeo en el día electoral no ha captado la subida del PP y, en cambio, ha mostrado un inexistente sorpasso de Unidos Podemos. El descrédito de los estudios demoscópicos es un hecho. ¿Qué ha pasado? Dicen que no supieron interpretar la abstención que ha afectado, especialmente, al votante de la agrupación liderada por Pablo Iglesias. Pero lo cierto es que estos estudios, con mayor o menos abstención, llevan tiempo naufragado en el mar de la realidad.

Ante este panorama, surge una pregunta, ¿y si los audímetros que miden los consumos televisivos fallasen igual que las encuestas electorales? La medición de audiencias de la televisión se realiza también a través del análisis de una muestra representativa, como los sondeos políticos.

Los espectadores que forman parte de esta muestra cuentan con un aparato, el famoso audímetro, que va registrando la televisión que sintonizan. A cada miembro de la familia se le asigna una letra en un botón que tiene que pulsar cada vez que empieza a consumir una oferta televisiva. Los "elegidos" deben de ser escrupulosos con el uso de este trasto o desvirtúan los resultados de audiencia que dictan los éxitos o fracasos de nuestra pequeña pantalla.

Existen más de 4000 audímetros colocados por todo el territorio nacional que representan a 12.000 individuos y reflejan los intereses de todo el país. Sólo un aparato cuenta con un considerable poder para variar el seguimiento de un programa o serie en una comunidad autónoma de las dimensiones de Asturias, por ejemplo.

Sin embargo, las audiencias se presentan como un resultado objetivo: se ha determinado que estos estudios son el soporte más fiable para definir lo que funciona o no en la televisión tradicional. Como consecuencia, los medios de comunicación suelen (solemos) caer en el fallo de no recordar un dato clave en las informaciones sobre audiencias: se trata de una muestra representativa y, por tanto, como toda muestra representativa, cuenta siempre con un margen de error. Las audiencias se aproximan a una realidad pero ¿retratan al milímetro esa realidad?

Porque, en la batalla de los audímetros, como en cualquier muestra representativa, existen variables que también hay que recordar a la propia audiencia. Porque, además de votantes ocultos, también habrá espectadores ocultos. Y más ahora que está cambiando la forma de consumir la tele para siempre.

> La crisis de credibilidad de los audímetros: el espectador está cambiando sus hábitos de consumo

@borjateran

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