OPINION

Estos son los ganadores de Pekín Express: lo mejor y lo peor de una frenética aventura

pekin pedroche
pekin pedroche

Los primos frikis, Matías y Nabil, han ganado a los aristócratas, Blanca y Pepe,  en la gran yincana final de Pekín Express. Dejan atrás 5.000 km de aventura y televisión.

Porque Pekín Express es un programa de televisión y, esta temporada, ha jugado a tramas de reality por encima de la pruebas a tono con la ruta de los mil elefantes.

De hecho, por momentos, Pekín Express parecía más AutoStop Express, ya que ha dado la sensación de que el show se centraba en exceso en el conflicto de la frenética búsqueda de transporte, al galope, para avanzar hacia un objetivo indefinido.

Tanta repetitiva carrera ha podido ser causa de cierta pérdida de interés por parte de los fans más aventureros del formato. Como consecuencia, esta temporada ha cosechado audiencias irregulares. Tampoco ha ayudado la dura competencia (ha lidiado con La que se avecina o Allí Abajo) y la larga duración de cada entrega, que obliga a estirar artificialmente la ruta, lo que favorece la desconexión del espectador. El problema de siempre del prime time español. Un hándicap que La Sexta ha pasado con buena nota gracias a la pasión de sus concursantes durante las pruebas.

Porque lo mejor de este Pekín Express ha estado en las personalidades de los participantes. Los grandes protagonistas en primer plano del programa. Un casting sin complejos delante de la cámara que empezó flojo, echando de menos a las canarias del año pasado, pero que ha ido creciendo en carisma durante las semanas.

Otro acierto es que el programa ha aprendido de errores y, esta vez, no ha apagado la personalidad de su presentadora. Cristina Pedroche ha sido más ella misma que en la primera edición en la que fue aducida por una especie de Señorita Rottenmeier.

Pero Pedroche es de Vallecas. Exactamente de Entrevías. Tal vez la próxima edición se debería realizar en barrios cañís. Con las madres alimentando a bollos a los concursantes, con los mercadillos ambulantes, con sus chonis de extrarradio, con Pedroche en su salsa.

Porque Pekín Express ha entrado en un bucle y anda falto de nuevos contextos, de una reinvención para sorprender y volver a emocionar. Incluso a sus fans. Que no sea solo una carrera, que importe también lo que rodea al recorrido que no deja de ser una espectacular expedición.

El show necesita favorecer más el lado aspiracional de ese televidente que sueña con estar ahí en primera persona, en el lugar del participante. Una sensación que se logra mostrando aún más curiosidades de la cultura. No sólo con un rótulo, se echan en falta más imágenes del entorno en el que se desarrolla el juego.  Casi como si fuera un espacio de viajes entre aventureros. Porque la audiencia de hoy ya está resabiada de músicas de emoción-tensión de manual de docushow al uso. La audiencia quiere vivir retos que no confundan ritmo con estrés. Y esto ha sido Pekín Estrés.

@borjateran

Y ADEMÁS…

8 lecciones que debe aprender la TV de hoy de Chicho Ibáñez Serrador

4 anomalías de la TV en España que hemos terminado interiorizando como normales

Ellen DeGeneres: así triunfa en Twitter (tú también puedes hacerlo)

Los adjetivos que necesita una cadena de TV para triunfar

Mostrar comentarios