OPINION

Muere Elena Sánchez Ramos, clave en la modernización de la TV en España

elena sanchez muere
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Ha fallecido Elena Sánchez Ramos, periodista, directiva de Prisa y profesional clave en el impulso y modernización de la televisión en España.

Sánchez Ramos era licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la UAM/EL PAÍS. Formó parte del equipo, con otros profesionales como Fernando Jerez, que desarrolló los años dorados de Telemadrid, cuando se supo transformar la autonómica madrileña en un televisión cercana, innovadora, honesta y que tampoco olvidaba su lado descarado y entretenido. Como es la propia capital. Lo lograron aprovechando la riqueza cultural y social de la comunidad autónoma y, sobre todo, logrando ser reflejo de los madrileños gracias a formatos que entendían la importancia del directo y el reporterismo. También se fundó un canal alternativo, LaOtra, que fue un interesante motor a la expresión cultural. Un proyecto que más tarde se desdibujó por la mala gestión política que transformó la emisora en una plataforma para la tertulia de propaganda ideológica monocolor.

Tiempo después de su brillante etapa de Telemadrid y de su paso por la dirección de Canal+, Sánchez estuvo detrás de la fundación y nacimiento de Cuatro, diseñando uno de los mejores lanzamientos de un canal de televisión a nivel europeo. Elena y su equipo cimentaron una emisora con arrollador carácter, que intentaba, por todos los medios, ser una alternativa sin complejos y demostrar que se podían generar contenidos televisivos de otra manera. Y lo consiguieron en la primera época de la emisora.

Con Cuatro, la televisión en España ganó pluralidad y calidad. Porque Cuatro no sólo intentaba dar un paso adelante en contenidos, también mimaba el envoltorio visual. La cadena dirigida por Sánchez entendió la necesidad de construir una parrilla consciente de su tiempo, que se ordenaba a través de una programación bien organizada y donde se cuidaba tanto el contenido como el continente con una identidad de marca a la vanguardia. Así se apostaron por grandes spots promocionales (de hecho, Cuatro reinventó la forma de consumir el fútbol en televisión, implicando incluso a las audiencias no futboleras en la experiencia del mundial de fútbol). También creyeron en el valor de arriesgar con innovadoras transiciones a publicidad del canal.  Cada pausa sabía incorporar grafismos juguetones que, a través de frases en formato guiño travieso con el espectador, recordaban la existencia de diferentes programas o series de Cuatro. Eran como tuits sobreimpresionados, antes de la existencia de Twitter.

La inteligencia del lanzamiento de Cuatro entendía que lo más vital era que el público interiorizara la estructura de su programación, sintiéndose partícipe de la cadena: su cadena. Y aprovecharon todos los elementos para alcanzar esa complicada fidelización de públicos en un canal desconocido. Por eso mismo, en los tres primeros meses de vida del canal, se optó por no variar apenas la parrilla. Éxitos o estrepitosos fracasos: nada se cancelaba ni se movía de horario. En aquel Cuatro se dio tiempo a cocinar, cocer y conocer cada uno de sus programas. Y, no menos importante, en dar la oportunidad a rostros menos convencionales o menos conocidos para la masa pero con ideas contundentes. Como Pablo Motos. 

El Cuatro de Elena Sánchez invirtió en la mejor televisión, la esencia de la televisión: la televisión de la mirada propia y el riesgo más astuto, la televisión que nos recordó que hay que creer en la inteligencia del espectador y que no hay que poner cortapisas a la imaginación. Descanse en paz.

> La televisión en pause: no es país para la creatividad

@borjateran

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