OPINION

Los valiosos vídeos que muestran como se grababa 'Un, dos, tres' (y lo severo que era Chicho)

lo que no se ve del un dos tres
lo que no se ve del un dos tres

Las jornadas de rodaje de Un, dos, tres… responda otra vez eran bien distintas al festivo resultado final que se emitía por televisión. No es un mito falso la severidad de Chicho Ibáñez Serrador. Su seriedad en el plató es una realidad sin paliativos. Lo demuestran los bloques de grabación del mítico concurso de Televisión Española, que está desvelando el archivo de la cadena pública.

Unos documentos históricos que esconden las grabaciones en bruto de del programa. Sin editar, sin incorporar las músicas. Con los fallos, repeticiones y entretelas. Valiosas grabaciones porque son una lección de televisión que preservar y estudiar.

Lo primero que destaca de estas grabaciones es como era la propia Mayra Gómez Kemp quien explicaba al público asistente en el estudio la dinámica del rodaje del programa minutos antes de empezar a rodar. Esos instantes ya eran aprovechados por Chicho para captar espontáneos planos de reacción, que luego le podían servir para insertar en cualquier momento del show.

Pero, una vez que se enciende el piloto rojo, lo que más choca es el férreo silencio del plató  cuando el rodaje se suspende para solucionar el problema o repetir guion tras un fallo. El público del estudio, las Tacañonas, los concursantes, las azafatas y la propia Mayra Gómez Kemp se quedaban casi petrificados a la espera de la instrucción de Chicho. Nada de cuchicheos en la pausa de rodaje, nada de comentarios entre compañeros, nada de risas. Todos, serios, incluso transmitiendo cierta sensación de aprensión, esperando la órdenes del director.

Aunque este estado generalizado tenía una explicación lógica: el Un, dos, tres… responda otra vez era un formato muy complejo de rodar en un tiempo en el que la tecnología televisiva era muy rudimentaria y había que editar los programas con la complicación del tedioso universo analógico. Así que la seriedad de Chicho era clave para que nadie se dispersara y no se perdiera ritmo en una grabación difícil, que se dividía en dos jornadas (un día se rodaban las actuaciones musicales y al siguiente la participación de los concursantes con el público).

Y, como consecuencia, se impregnaba a las grabaciones de un orden riguroso donde la mejor improvisación es la que estaba muy ensayada. Todo estaba medido. Más tarde, en la cabina de montaje, se editaba el producto a la vieja usanza (de forma lineal, lo que llevaba horas) y desaparecía ese silencio al incorporarse en postproducción las músicas de fondo que daban ese tono tan característico del Un, dos , tres.

De hecho, una de los elementos que más descolocaba al ir a una grabación del Un, dos tres o, ahora, al ver las cintas de aquellas grabaciones es el silencio del ambiente. No se podían meter las músicas en "directo" pues, entonces, se evidenciarían los cortes de la grabación (como cuando se paraba la grabación tras el fallo de los concursantes para hacer la rima de las Tacañonas, que no era instantánea como creía la ingenua audiencia de la época). Y es que esas bases musicales buscaban justo eso: unificar y hacer desaparecer los cortes del montaje desde la personalidad emocional de cada parte del programa (música de humor, emoción, prueba física en la eliminatoria... cada parte tenía su banda sonora hecha a medida).

En la grabación, sólo sonaba el reloj que marcaba el cronómetro de las preguntas y las campanas de las Tacañonas. El resto, el vacío. Casi a la altura terrorífica de las Historias para no dormir. Un vacío cortado por la voz de Narciso Ibáñez Serrador, dando indicaciones desde un abstracto lugar celestial. Tenía muy claro que quería y como lo quería.

No era hostilidad, era que grabar el Un, dos, tres era un trabajo muy serio. Y cualquier dispersión del equipo rompía una dinámica que debía funcionar como una máquina engrasada en la que Serrador era un director de orquesta de fino oído. De hecho, no se le escapaba una.

Don Quijote de La Mancha (Bloques de grabación)

En esta factoría de entretenimiento, en la que cada pormenor contaba, Silvia Marsó también se llevó alguna que otra regañina del jefe...

El fútbol (Bloques de grabación)

Pero, sobre todo, en los bloques de grabación se muestra la trastienda de la profesionalidad de Chicho Ibáñez Serrador. No sólo era el realizador, director o creador del programa. Además de contar con un guion muy cerrado y una planificación de cámaras muy calculada, sabía lo más importante: escuchar y observar detalles en plena grabación. Y la buena televisión se hace con detalles. Lo hacía con una astucia que lograba impulsar el carisma de todos los artistas, concursantes, Mayra (Chicho retrataba no sólo sus presentaciones, también su expresividad no verbal) e inclusive dando un protagonismo crucial al público en la grada.  Porque Chicho Ibáñez Serrador buscaba transmitir una historia con cada plano:

El mundo del bebé (Bloques de grabación)

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@borjateran

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