OPINION

'Las Campos': lo mejor y lo peor de un reality particular

maria teresa campos mesita desayuna
maria teresa campos mesita desayuna

El reality de 'Las Campos' logra un buen 18,6 de cuota de pantalla en su estreno .

María Teresa Campos ha hecho prácticamente de todo en televisión. De entretenimiento a informativos, pasando por algún que otro cameo en ficciones como Médico de Familia, Periodistas o 7 Vidas. Pero faltaba un reality show en su currículum. Y la oportunidad ha llegado con Las Campos, donde comparte protagonismo junto a su hija, Terelu. Las entretelas de sus vidas al descubierto. Al menos, un ratito. Todo un atrevimiento, ¿funcionará?

LO MEJOR A NIVEL TELEVISIVO

1. La curiosidad por las casas ajenas

La gran baza del reality es que, por primera vez, se muestran las tripas de las casas de las Campos, con todo lo que eso conlleva. Porque no son pisitos de 40 metros cuadrados. De hecho, hemos descubierto que María Teresa Campos no sólo tenía el apodo de reina de las mañana, sino que también vivía en un palacete. Con su piscina cubierta, con sus salones interminables, con su majestuosa decoración, con su carrito para que el servicio te lleve el desayuno. Terelu tampoco se queda atrás, con un pomposo ático que esconde hasta una barra de bar. El alma voyeur del espectador observa, sueña, analiza y disecciona estas localizaciones de un estatus social que no acostumbra la tele-realidad española.

2. La relación con el servicio

Uno de lo que más choca de esa carga de tele-realidad del formato está en la relación de Las Campos con sus respectivas chicas del servicio, María y Lidia respectivamente. El programa dibuja, con una poderosa transparencia, el trato de María Teresa y Terelu con sus empleadas del hogar. La llamada de María Teresa para que le acerquen el desayuno y la prensa en su carrito a primera hora de la mañana o el tono distante con el que Terelu conversa con su chica. Asombra, pues no es habitual ver por la tele a personalidades con esta posición económica. Habitualmente, cuando se muestran mansiones de este tipo, por ejemplo en el programa de Bertín, los anfitriones suelen esconder al personal del servicio para parecer más cercanos. Las Campos han sido valientes en exponer su verdadera cotidianidad que no causa indiferencia. Al contrario, quieres ver más de las relaciones entre las "señoras" María Teresa y Terelu y sus "Florindas Chicos" particulares, que pueden dar mucho juego a este docureality. Aunque casi no hablen.

3. Empatía en contextos poco empáticos

Las Campos marca la diferencia con otros realities porque no refleja solamente la vida más superficial o folclórica de las celebrities, tiene un trasfondo. Así, los hábitos alimenticios han servido de trama transversal de todo el programa. Las Campos no sólo entretiene, también divulga un asunto cotidiano. Y hace pensar a la audiencia, sobre su forma de alimentarse. Logrando el más difícil todavía: en un contexto tan lujoso y tan poco reconocible para el espectador medio, María Teresa y Terelu se convierten en seres muy identificables para el público. Porque sus miedos, ilusiones y quebraderos de cabeza son idénticos a los del resto. El hambre de Terelu roza el patrimonio universal.

4. María Teresa hablando a cámara

Aunque es un reality, no parece que María Teresa Campos olvide nunca las cámaras que pululan a su alrededor. Este detalle es una gran novedad en el género de la tele-realidad. Una característica que no es negativa, incluso otorga un punto de modernidad al reality. Porque la Campos siempre ha sido más moderna que la televisión de su tiempo y sabe mantener su personalidad por encima de modas y tipos de programa. De ahí que en este formato salga a flote su instinto con el que revolucionó los magazines matinales: dando la sensación de que controla (a su manera) las necesidades del show aunque sea un producto enlatado.  Lo hace con su desbordante intuición televisiva, que no olvida el peligro de los silencios en prime time y la importancia de que al público no se le escape nada. Como consecuencia, cuando está sola preparándose la tostada del desayuno no para de hablar para que el espectador se entere bien de lo que hace y sus costumbres. Como si fuera Karlos Arguiñano realizando una receta de cocina.

5. La (fresca) edición

Las Campos es un reality que está narrado a través de una realización luminosa, elegante y con la ironía suficiente para crear ese clima de traviesa complicidad con el espectador. El tono del show se va graduando con una selección musical impregnada de la corrosión necesaria para ir creando ambientes, tensiones o carcajadas. Además, también se introducen pequeñas historias que rompen y dinamizan el ritmo (como los gags en el coche, con Carlota Corredera enseñándole utilizar el teléfono). Otro acierto de montaje es incorporar al arranque del capítulo títulos de crédito sobreimpresionados, que sirven para adelantar sutilmente las apariciones estelares del episodio, como si fuera una serie. Una serie con una microcabecera que bebe de los aires festivos y frescos de Kiki, la taquillera película de Paco León.

LO PEOR A NIVEL TELEVISIVO

1. El reconocible conflicto alimenticio se desgasta

Las Campos no se ha quedado en el entretenimiento frívolo e incorpora un trasfondo divulgativo sobre los hábitos alimenticios: somos lo que comemos. Pero, a partir de la mitad del reality, el conflicto saludable se ve más forzado y se echa en falta más trama familiar para no caer en el aburrimiento del contenido repetitivo. Sobre todo al final de la emisión, cuando Terelu dice que tiene que hablar con su madre y corta un suculento banquete entre amigos de cuajo. Un instante que guarda el giro dramático para dejar enganchado al espectador de cara a la próxima semana. Sin embargo, ese vuelco de tensión de irse del comedor no transmite naturalidad. Parece una interpretación telenovelera. Por suerte, va María Teresa Campos y, en ese momento, relativiza con una broma. De nuevo, la intuición televisiva made in Campos que da cierta coherencia y espontaneidad cuando no cuela. Porque no olvida los lenguajes de la tele.

2. No es Sálvame, pero por momentos lo parece.

El sistema de competencia de la televisión privada en España propicia que los programadores de Telecinco se vean obligados a alargar la emisión hasta las tantas de la noche. Lo hacen con un debate que envuelve el reality en un contexto made in Telecinco. Y esto desvirtúa la esencia del formato. Al final, este tipo de tertulias como constante comodín acaban por despertar en la audiencia la percepción de que todo es Sálvame. Es más, en la tertulia posterior sobraban Terelu y María Teresa, a quienes de hecho se veía un tanto incómodas a medida que los contertulios metían el dedo en la llaga de asuntos íntimos como sus fracasos amorosos y sus enfermedades, olvidando el tema alimenticio y el carácter divulgativo del formato. "Preferiría que no entremos en detalles que desvíen el tema", dijo María Teresa Campos.

¿Es realmente necesario este programa de pega antes y después del docushow? Para subir el share tal vez sí, aunque es fácil prever que en Mediaset tampoco funciona igual un debate hablando de hábitos saludables que polemizando sobre las respuestas de un polígrafo.

No obstante, y aunque ellas tal vez no lo saben, Las Campos están por encima hasta de su propia cadena. La televisión ha crecido a su lado en las últimas tres décadas. Su popularidad masiva es indiscutible. Y este reality, en cierto sentido, refleja el modo en que la pequeña pantalla cambió sus vidas, especialmente la de la madre, María Teresa: de ser una periodista presentando la radio más popular en Málaga a vivir en una mansión de una urbanización de lujo en Madrid. Es el ejemplo de hacerse a sí misma tras años de trabajo, esfuerzo y constancia. Y este reality, en cierto sentido, también retrata como la propia pequeña pantalla ha cambiado el papel de sus estrellas, donde se desvanecen los límites entre profesión e intimidad. Pero, a estas alturas, a La Campos que le quiten lo bailado.

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@borjateran

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