OPINION

Aramís Fuster: mentiras, verdades y otros daños colaterales de la fama basura

aramis fuster telecinco
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La bruja del mar de Popeye, Samantha de Embrujadas, Sabrina de Cosas de Brujas, la Bruja Avería de La Bola de Cristal, la Bruja Lubina de Los Lunnis, la Bruja Lola de las madrugadas telefónicas de las cadenas locales... la historia de la televisión está llena de brujas. Para todo tipo de géneros, formatos y gustos. Así que los shows de Telecinco no iban a ser menos y también tienen la suya propia, Aramís Fuster, bruja con más de cien años. O eso dice.

Porque Aramís Fuster es fruto de los primeros virajes de la televisión más gritona, esperpéntica e incluso insolente. Esta televisión que es tendencia desde el primer gran debate que se emitió en la noche de los sábados de Telecinco. Moros y Cristianos, se llamaba. Lo presentaba un Javier Sardá sublime, pues contaba con un prisma irónico que relativizaba. El presentador sabía no tomarse demasiado en serio a sus contertulios y los prejuicios que derrochaban en la acalorada tertulia banal.

Y ahí la buena de Aramís alcanzó la popularidad. Funcionaba, era imprevisible. La bruja sin escoba (voladora) aprovechó la oportunidad del prime time. Tanto que no dudó en arremeter y hasta correr desquiciada a "pegar" al Padre Apeles.

Así se puso en el mapa de la sin escrúpulos fama del esperpento y, desde entonces, sus apariciones se transformaron en recurrentes, ganándose imitadora propia en Crónicas Marcianas.

Rosario Pardo clonó a Aramís. Sus largos pechos servían de mesa para leer unas cartas que no adivinaban nada. La popularidad de Aramís crecía y crecía en un tiempo en el que los sueldos de la televisión eran desorbitados.

Pero la fama se terminó. Sin tómbolas, realities, alojamientos paranormales en el Hotel Glam y otros delirios de late night, Aramís se quedó fuera de la televisión y para regresar a ese particular estatus perdido no ha dejado de intentar llamar la atención de los medios de comunicación con dramas varios. Algunos muy serios, otros truculentos. Ya no tenía gracia.

La última idea: presentarse desaliñada en Telecinco para pedir ayuda. Llegó a la puerta de los estudios de Mediaset, a la hora en la que Sálvame emitía en directo, asegurando sufrir problemas para caminar y, además, contando que se había quedado sin casa. De hecho, decía que estaba allí con todas sus pertenencias. La bruja caída. El juguete roto de la tele acudiendo a la propia tele al grito para pedir socorro.

Una trama de película. Y es que Aramís siempre ha sido muy peliculera. Nadie cree sus ocurrencias. De hecho, una cámara oculta ha pillado que sus problemas al caminar no son tales. Pero ella ha logrado su objetivo: volver a la televisión. Y la televisión ha conseguido una nueva trama para rellenar horas en un verano con escasez de cotilleos.

En la televisión de 2016 se gana menos que en aquella resaca de los boyantes noventa. Aunque eso es lo de menos. Aramis Fuster, a sus con sus más de 100 años de bruja, ha conseguido que se vuelva a hablar en la tele de ella. Se habla para mal, sí, pero eso da igual. Lo importante es saciar la necesidad de minutos de fama de la mentira televisiva, una efímera fama que puede crear una adicción eterna.

> ¿Por qué España ya no tiene programas de late night?

@borjateran

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