Carlos Lozano y 'Granjero busca esposa': cuando el presentador cambia el tono de un programa

Carlos Lozano ha debutado en ‘Granjero busca esposa’ con un 9.4 por ciento de share y 1.309.000 espectadores.

Granjero busca esposa ha regresado a Cuatro. Como indica su creativo nombre, el programa pretende emparejar a un puñado de granjeros y una granjera, Rocío Jurado se llama. Una especie de mercado de ganado, pero con personas que están dispuestas a enamorarse en prime time. O eso dicen.

Aunque un detalle con importancia ha cambiado en este programa: no lo presenta Luján Argüelles, ahora el encargado de conducir es Carlos Lozano. Se trata de un golpe de efecto tras su comentado paso por Gran Hermano VIP, que lo ha convertido en rostro casi fijo de Mediaset. Porque han visto que Lozano da que hablar y  funciona en el directo, es un presentador de largo recorrido con capacidad para desenvolverse en un plató sin racanear "guapísimas" a sus invitadas.

Y lo de guapísima lo ha dicho también varias veces en Granjero busca esposa. El problema está en que este formato obliga a los presentadores a estar atados al guion de las entradillas, que deben memorizar y soltar con soltura. Pero Lozano no es un maestro de ceremonias que gane recitando como un autómata un guion cerrado.

De hecho, en este Granjero busca esposa, da la sensación de que la grabación de cada presentación ha sido repetida unas cuantas veces. Han realizado más de una, dos o tres tomas... Eso inevitablemente se transmite en emisión. Eso inevitablemente resta espontaneidad del show.

Porque en Granjero busca esposa no son sólo importantes las delirantes historias que se crean con unos granjeros descubriendo a sus pretendientas, también es crucial la puntilla final que mete el presentador con sus presentaciones.

Como consecuencia, con Carlos Lozano el programa ha perdido ese punto de ironía que quitaba trascendencia a un formato que mejor si no se toma en serio. El gentleman Lozano, sin proponérselo, potencia más la imagen de mercado de ganado de Granjero busca esposa, mientras que con Luján el programa tenía el punto de reírse de sí mismo.

Para que luego digan que los presentadores son intercambiables. Las cadenas han intentado creerse que los comunicadores no son imprescindibles para determinados programas e incluso han decidido cambiarlos como cromos al gusto de la estratregia de la programación. Pero, cuidado, un mal movimiento del maestro de ceremonias puede cambiar o desvirtuar el carácter del programa y hasta la imagen de la cadena (por ejemplo, no es lo mismo Cuatro que Telecinco, una requiere una ironía y la otra una campechanía). Porque, que nadie se engañe, el carismático sello personal de los presentadores es la guinda para alcanzar el éxito o el fracaso en televisión.

@borjateran

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