OPINION

'Gran Hermano' sigue perdiendo fuelle: el error de esta edición de audiencias menguantes

gran hermano pierde audiencia
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Nueva gala de Gran Hermano con Jorge Javier Vázquez y nuevo descenso del resultado de audiencia. La temporada número 17 del reality por excelencia no termina de encontrar su sitio. Es un hecho: las tramas de convivencia que surgen en la casa de Guadalix de la Sierra no son dignas ni de un culebrón adolescente. Por tanto, no enganchan.

Los guionistas del programa deben inventar juegos que descoloquen a estos concursantes para que se olviden de las cámaras. Porque el problema de GH17 está en que los participantes creen sabérselas todas de televisión, no olvidan que están viviendo su momento de gloria en directo a través de Telecinco y eso termina siendo contraproducen para el show, pues derrocha artificio. El espectador desconecta.

Gran Hermano 17 ha llegado con errores que, a veces, son difíciles de prever: un casting con perfiles de concursantes muy parecidos -todos están cortados por el mismo patrón a lo Mujeres y hombres y viceversa, lo que resta pluralidad de empatías en la casa-, falta sentido del humor -la comicidad de determinados miembros del casting siempre ha sido clave en GH, desde la primera edición con Beiro y Armesto lavándose los dientes como Epi y Blas- y, como consecuencia, falta de energía en plató. La marcha de Mercedes Milá, con sus filias, fobias, pasiones y vestidos imposibles, ha ayudado; anque la culpa tampoco es de Jorge Javier Vázquez: ni el público en las gradas del estudio es tan ruidoso como otras temporadas.

Y ese ruido es también una seña de Gran Hermano. La tensión, emoción o indignación de la gala se va marcando con el sonido ambiente del plató, que este año sigue abierto durante la emisión de cada gala. Siguen sonando aplausos, pataletas y, por supuesto, abucheos. Pero no tan fuertes como el año pasado.

Porque, al final, la crisis principal de GH17 está en un casting que ha salido rana. No son perfiles que transmitan nada interesante a nivel televisivo. Gritan, sí. Se pelean, sí. Se besan, sí. Pero los gritos, las peleas y los besos no sirven de nada en televisión si no hay una historia con trasfondo detrás.

De ahí que una serie como Águila Roja, que ya está en su última temporada, suba su audiencia (16.6 por ciento de share y 2.418.000 espectadores, récord desde 2014) y plante cara en franja de coincidencia sobre GH (14.8% y 2.414.000). En toda la noche del jueves, Gran Hermano mantiene buenos datos (18.6% y 2.038.000), pero evidencia un interés inestable (la semana pasada alcanzó un 19,2% y la anterior 19.7%). Y es que Águila Roja tiene tramas definidas, tiene historia, tiene chicha, Gran Hermano 17 aún no.

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@borjateran

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