OPINION

'El amor está en el aire': lo mejor y lo peor de un programa con más drama que amor

amor está en el aire
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El estreno de 'El amor está en el aire' cosecha un 14.1 por ciento de share y 1.817.000, quedándose por detrás de 'Gran Hermano: límite 48 horas' que lidera la noche con un 16.1 por ciento de cuota y 1.821.000 fieles.

Sorpresa, sorpresa fue un gran éxito. Marcó la historia de nuestra televisión. Y, ahora, Antena 3 ha intentado recuperar cierta esencia de aquel mítico formato con El amor está en el aire.

Prueba no superada, pues este espacio no ha aprendido nada de la fórmula que hizo brillar a aquel maratoniano show de Isabel Gemio: la autenticidad que es cómplice con la inteligencia del espectador. Y eso es justo lo que falla en El amor está en el aire.

No vale la excusa de que se trata de un programa con menor presupuesto que Sorpresa, sorpresa. El problema está en que casi todo suena a artificio.

De hecho, la primera entrega ha sido tremendamente torpe en sus primeros minutos. El formato no ha conseguido mostrar sus cartas de forma atractiva como un buen show de prime time. Al contrario, ha evidenciado una realización torpe, donde todo parecía falso. Hasta cuando el público se levantaba y sentaba, aplaudiendo como si fueran autómatas.

Al ver el primer capítulo, da la sensación de que la productora Boomerang, responsable de este producto y de otros como El diario de Patricia, ha decidido centrar El amor está en el aire en mucha historia lacrimógena, a medio camino entre la frustración, la superación, la enfermedad y un poco de amor.

Lo ha hecho con desmesurada prisa en la estrategia de introducir las tramas, de cuajo y con malos cortes de edición -al ser un programa grabado-. Así se ha matado por completo la posibilidad de construir un clímax que sumerja al público con ilusión en el show. Incluso el presentador, Juan Y Medio, un maestro de ceremonias cargado de carisma y hábil a la hora de dar un toque de gracia a todo lo que toca, se mostró encorsetado en la primera hora. Por suerte, a medida que fue avanzado la noche, sacó su brillante personalidad. Sin duda, él es lo mejor del show.

Mientras que lo peor de El amor está en el aire es el tono con el que se trata a sus protagonistas, que ejemplifica la televisión de testimonios de los noventa que ya ni Oprah Winfrey predica en Estados Unidos. Todo parece que ya lo hemos visto antes.  Hasta se han recuperado las pruebas de paternidad, aderezadas con tétrica música de fondo (por supuesto).

Tras tanto testimonio y cuando parecía que escaseaba el romanticismo en el programa, el espacio coge aire con una cita a ciegas al más puro estilo de First Dates. Se agradece, ya se echaba en falta un poco de risa en un guion diseñado para no dar tregua al clínex.

Los noventa están de moda. Es un hecho. Pero en 2016 la audiencia se merece recuperar la buena televisión de la década de los noventa, la televisión que se hacía desde la ilusión de sorprender a un espectador con imaginación y no la televisión monotemática, que repite patrones y se queda ofuscada en la superficie del testimonio morboso. Que suele ser pan para hoy y hambre para mañana. Menos mal que Juan Y Medio impregna de buen rollo hasta el peor de las dramas.

@borjateran

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