'Pesadilla en la cocina', el secreto está en el casting

Pesadilla en la cocina sigue salvando restaurantes en apuros. O, al menos, intentándolo. El formato de La Sexta ya va por la quinta temporada y mantiene su buena forma.

Un programa que tenía todos los ingredientes para desgastarse en prime time, ya que se sostiene en una estructura clónica en cada edición: que si presentación de un restaurante caótico, que si una historia sensiblera de superación personal, que si se redecora el chiringuito, que si el local reabre con aires de final feliz...

En cambio, los responsables del formato están trazando una evolución inteligente en los casos que presentan. Esta temporada, hemos visto un restaurante en un barco, en una barcaza (con el propietario lanzándose al canal para salvar su guitarra de las aguas) o, esta noche, el Hot Beach, un local en el que se celebran desde despedidas soltero a bodas.

Y el programa ha puesto el foco en el convite nupcial. El golpe de efecto perfecto: una pareja de recién casados sufriendo los delirios del restaurante, en pleno banquete de su boda. Apoteósico giro de guion que define uno de los secretos de la receta de este asentado éxito llamado Pesadilla en la cocina: el casting.

Un casting que no se queda estancado en el bar de barrio y consigue dar un paso más allá en las situaciones que retrata. Y todo visto a través de un prisma cómico con el que el público se siente enseguida partícipe del “show”. La audiencia critica o adora a estos personajes desde el sofá o, directamente, realizar chascarrillos en la red social.

Chicote nos une y nos hace indignarnos o hasta sentirnos superiores al resto de la humanidad viendo las gorrinadas de los locales que visita. Y es que es muy difícil ser más desastroso (u hortera) de lo que muestra este formato. El espectador se queda hasta el final para descubrir la evolución de unos negocios que aprovechan la televisión para venderse al mundo. Aunque, para ello, ese mundo tenga que ver antes a una cucaracha paseándose por su cocina.

@borjateran

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