OPINION

'La Voz España' ya tiene ganador: el problema del talent show de Telecinco

irene gana la voz
irene gana la voz

Dos finales, dos batallas y un solo triunfador: Irene, del equipo de Malú, se ha convertido en la ganadora de la cuarta edición de La Voz España. Lo ha hecho en la final más difícil que ha vivido el talent show de Telecinco. Y no por el nivel entre los participantes, que lo había, el problema ha estado en la expectación creada por la cadena rival, Antena 3, ante el final de su serie estrella, Velvet.

Y Telecinco lo ha sufrido. También los artistas que han participado en La Voz. A pesar de que ambos formatos cuentan con un público complementario, también comparten un importante mismo target popular de espectadores. De hecho, Antena 3 lanzó en miércoles su consolidada Velvet para plantar cara a su cadena rival, pues la repetitiva mecánica de La Voz, aunque sigue en forma, ya acusa un evidente desgaste.

La ficción de Antena 3 ha conseguido hacer sombra a un talent show que ya no brilla tanto como antes. Mantiene éxito, pero ya lejos de cualquier fenómeno de masas. El problema de esta edición de La Voz empezó cuando no se apostó por un efectista cambio de coaches. Ni el regreso de Melendi sirvió para impulsar la expectación. Además, Alejandro Sanz, Malú, Manuel Carrasco y Melendi cuentan con unos perfiles artísticos demasiado similares. En definitiva, todo ha parecido ya visto antes.

Y es que el programa se centra demasiado en unos limitados estilos musicales y no genera atracción más allá de su público objetivo. Falta espectáculo musical, con su puesta en escena, dirección artística y calidad de iluminación, que no caiga en las sombras y que transforme cada número en un universo especial. En cambio, el exceso de luz descubre los retales de quita y pon del decorado de usar y tirar.

Esa es la principal diferencia entre La Voz de España y las versiones internacionales de The Voice, aquí el show musical flojea en su conjunto y se prioriza la emoción. En televisión, la emoción es crucial, también es importante la historia que existe detrás de los cantantes, pero, sobre todo,  lo más poderoso es que el espectador sienta que, junto a los coaches, está viviendo el descubrimiento de un talento irrepetible.

Y esta decisiva característica no ha sido conseguida del todo en esta temporada de La Voz. Tal vez porque falta que el programa transmita la enérgica ingenuidad de creer, de verdad, en la carrera posterior de los concursantes y no sólo en si funcionarán en la gala de turno. Es la sensación que ha surgido en ciertos momentos del programa de hoy. No se prioriza a los concursantes como grandes artistas, sino como elementos para montar un programa de televisión, desvaneciéndose el efecto de gran gala final. De hecho, el desenlace no ha podido ser más deslucido y atropellado. No hay colofón. No se cuidan esos detalles que hacen más intensa la experiencia de ver la televisión.

Porque en La Voz España parece que lo crucial no es el nervio de los concursantes, el foco está puesto en las trayectorias asentadas de unos coaches entrañables que son los que "venden" el show. Sin embargo, de esta repetitiva mecánica, en este caso, el espectador ya está inmune.

Así ha sucedido en la apoteosis de esta noche, que ha sido, por momentos, más que una trepidante final, un homenaje a los coaches, que hasta han respondido a preguntas para que la audiencia sepa si les gusta más la Nochebuena o la Nochevieja. Un dato de calado. Había que rellenar para esperar que terminara Velvet y, de esta forma, no empezar a descubrir los resultados de las votaciones hasta una vez acaba la serie, por aquello de disparar la media de audiencia en franjas de menor competencia, ya con Antena 3 sin producto estrella..

No obstante, aunque la eterna duración del programa no ayuda, la próxima temporada La Voz necesitará regenerar su jurado y también su capacidad de show, mostrando mejor la evolución de los participantes en las galas. Ha llegado la hora de priorizar el talento al gag. Con el talento, la emoción y el chascarrillo surgirán por si solos. Y con más fuerza.

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@borjateran

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