OPINION

Felipe VI intenta olvidar la polémica del Salón del Trono con un discurso de Navidad conservador a nivel TV

discurso felipe vi navidad
discurso felipe vi navidad

Si en su primer mensaje TVE incorporó cámaras en movimiento y en el segundo se intentó dar un gran salto escénico al discurso de Navidad, grabando el alegato desde el gran Salón del Trono del Palacio Real, lo que generó grandes críticas por ostentación,  en este 2016 Felipe VI ha recuperado el despacho como centro de su aparición en Nochebuena.

Una emisión sencilla, muy sencilla, en la que se ha primado una realización conservadora con mínimos golpes de zoom y un leve movimiento de cámara en uno de los dos encuadres principales.

Nada más, el protagonismo ha estado en el primer plano de Felipe VI. Y en su mesa de trabajo colocada para demostrar que ahí se trabaja: con muchos bolis como cuando íbamos a clase y diverso material. Incluso parecía verse una tablet. O algo parecido.  Tampoco han faltado los clásicos marcos con fotos, familiares (con sus hijas y esposa) e institucionales. Nada de dotar de protagonismo a un Belén, como en otras ocasiones.

No han existido, por tanto, grandes experimentos en la posición televisiva del Monarca. Ni se ha arriesgado apostando con incorporar a Felipe VI de pie. De nuevo, el Rey sentado, lo que favorece una mayor seguridad en el espectador.  La corbata, a juego con la tonalidad de imagen marca de la Casa Real. Es lo que se lleva. Porque en televisión no se deja ningún detalle a la casualidad… Menos aún en este mensaje, aunque para narrar la historia solo bastaba su primer plano.

Un intento  de optar un discurso menos rimbombante en lo visual, aprendiendo de las críticas del año anterior y huyendo de la postal turística (como hacen los británicos en estos menesteres). De hecho, el contenido del mensaje ha estado marcado por un sentido claramente social en el que Felipe VI demuestra su habilidad como orador delante de una cámara pero que, sin embargo, también evidencia que este tipo de formato de largo discurso (12 minutos) no casa con los actuales lenguajes televisivos.

Es fácil que el espectador desconecte durante la lectura que está más pensada para generar titulares a los medios que para contagiar interés en la audiencia televisiva. Se echa en falta un recambio en las narrativas de esta tradición y, en este sentido, de incorporar más movimiento en las posiciones del monarca. Pero, tras la controvertida apuesta del año anterior, tal vez en este 2016 no era tiempo para demasiados experimentos y se ha apostado por la fórmula más clásica, donde no hay casi margen para el error (televisivo).

@borjateran

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