OPINION

Crisis en Telecinco: lo que el espectador medio ya no quiere de Mediaset en 2017

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El modelo de Telecinco da síntomas de desgaste. Su estructura de programación resiste, está bien articulada, pero los contenidos que sustentan sus programas evidencian un agotamiento. Ya no tiran como antes, ¿la audiencia se está cansando de la inercia de los dimes y diretes?

Lo cierto es que la fórmula del éxito de Telecinco se ha desvirtuado en los últimos tiempos, la política empresarial ha propiciado un desorden de la identidad de marca, donde un sólo formato de éxito ha servido de comodín para rellenar diferentes prime times, monotematizando el público objetivo de la emisora y descuidando la imagen de cadena generalista.

Telecinco ha pasado de ser un canal con todos los horarios de prime time definidos con un producto contundente, que iban de populares series a programas de entretenimiento, a centralizarse en el reality, el corazón y el polígrafo. Y eso pasa factura cuando las tramas del culebrón se desgastan y no encuentran un recambio contundente ni con acciones especiales como la búsqueda de nuevos contertulios en la Sálvame Snow Week.

Y es que el espectador medio de Mediaset no quiere realities de saldo. Tampoco el espectador generalista que Telecinco debe volver a seducir con su habilidad para crear producción propia a lo grande. Sin centrarse sólo en aspirantes al bolo de discoteca. Porque uno de los principales problemas de la cadena en los últimos tiempos ha estado en que el grueso de los protagonistas de sus programas han dejado de ser personas identificables para el espectador. Los jóvenes de hoy no son como las chicas y chicos de Mujeres y hombres y vivecersa. Tampoco se parecen demasiado a los concursantes del último Gran Hermano. El público real no es como el que sale representado en esos programas y, lo que es peor, el público no quiere verse reflejado en ese tipo de perfiles.

La cadena se ha limitado a un tipo de aspirante a famoso y ha dejado atrás la poderosa fórmula de contar historias más allá del cebo morboso que, al final, se queda en nada. Telecinco necesita volver a reírse más y mejor de sí misma, seguir retroalimentando su programación de los líos que genera pero teniendo en cuenta que la audiencia media del canal ya no quiere televisión a medias tintas, ya no quiere la previsible estructura del conflicto que termina en una reconciliación con lágrima fácil, ya no quiere el decorado cutre, ya no quiere el talent show vacío, simplificado en el karaoke con las canciones de siempre. Quiere más.

Telecinco se ha acomodado y necesita recuperar la esencia de la televisión competitiva que, además del griterío o la sensiblería, cuida la emoción desde el espectáculo televisivo global. Como siempre hizo la cadena de Mediaset con programas como Crónicas Marcianas, La Noche con Fuentes, El Informal o tantos otros, que eran mucho más que platós con cuatro sillas. Ahí empezó la evidente y asentada fórmula del éxito de Telecinco, pero esa esencia se ha ido perdiendo por el camino. Falta show con ideas de guion más allá de lo obvio, falta que el espectador masivo y generalista vuelva a sorprenderse porque de lo que sucede ahora se las sabe todas y se cree poco. Y, claro, cuando hay una alternativa contundente en la competencia, ese espectador cambia de canal.

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@borjateran

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