OPINION

Portugal gana Eurovisión: así Salvador Sobral ha roto con todos los clichés del eurofestival

salvador sobral eurovision gana
salvador sobral eurovision gana

El secreto es transmitir. Y Salvador Sobral ha ganado Eurovisión 2017 porque transmite. Porque todos, aunque no sepamos portugués, hemos entendido su Amar pelos dois. Todos nos hemos emocionado con el carisma, la sensibilidad y el sentimiento de un Sobral que no ha necesitado ningún efecto especial de esos que abundan en Eurovisión. Sólo han bastado su voz y su expresividad.

A primera vista, la propuesta de Salvador Sobral podía ser considerada como anti-eurovisiva. Pero finalmente ha resultado ser Eurovisión en su máxima expresión, pues ha logrado lo que debería ser la esencia del festival cada año: una canción y una interpretación que traspasan la pantalla y también las fronteras de Europa, por encima de idiomas e idiosincrasias, que se entiende y emociona sin necesidad de saber portugués. ¿Continuará ahora el debate sobre si es imprescindible una canción en inglés para ganar?

La televisión de Portugal ha sabido diseñar, además, con especial inteligencia la puesta en escena de su intérprete. Podían haber optado por añadir florituras a la actuación: que si caer en el tópico de una pareja de bailarines ñoños al fondo, que si recalcar momentos de la actuación con intensos grafismos en las inmensas pantallas del decorado... Pero no, han elegido, con intuición y plena confianza en la fuerza de su candidato, sacar a Salvador Sobral del gran escenario donde actúan todos los países y llevárselo a una pequeña plataforma entre el público, incorporando la emoción, la atención y el silencio de los espectadores que se encontraban en el estadio dejándose llevar por el intimismo de Amor pelos dois.

Así se ha enriquecido la ya de por sí sublime interpretación de Sobral, rodeado del público, un público que le arropa e ilumina con sus móviles. Una experiencia sensitiva que se ha mostrado al mundo a través de una elegante realización que sumerge al espectador en la atmósfera de la canción mediante una coreografía de tiros de cámara, zooms y especiales fundidos a negro que bailan al compás de la mirada del cantante. Nada más ni nada menos. Al fondo, un sutil y casi invisible bosque de árboles llena las pantallas del gran decorado para contrastar levemente el perfil de la negra vestimenta de Sobral y redondear aún más la puesta en escena.

Eso es Eurovisión: emocionar contando una historia a través de la música y la televisión. Sobral y Portugal han dado una lección de arte, delicadeza y buen gusto. Y Portugal ha ganado Eurovisión por primera vez en la historia. Y su victoria debería ser inspiradora y estimulante para España, porque Salvador Sobral ha demostrado que sólo una propuesta seria, única, original, arriesgada, auténtica y honesta podría llevar a nuestro país al triunfo. O al menos a acercarse a los primeros puestos. Cantar en español o inglés será lo de menos si la canción y su intérprete son capaces de sorprender a un público cada año más resabiado. Por algo nuestros mejores resultados en los últimos años son los de dos cantantes, Pastora Soler y Ruth Lorenzo, capaces de transmitir y enganchar con un simple primer plano.

Salvador Sobral ha llegado para derribar tópicos, lugares comunes, frases hechas ("Eurovisión es sólo politiqueo", "los países del este se votan entre ellos")... Y el festival sale reforzado en calidad e imprevisibilidad. Ha ganado, sencillamente, la música que traspasa idiomas, salta fronteras y nos une, a todos, con emoción frente al televisor. Ha ganado una canción destinada a convertirse en un clásico. Ha ganado la esencia de Eurovisión.

@borjateran

Y ADEMÁS…

La actuación viral de Aretha Franklin ante Obama: así lo grabó la TV más inteligente 

Errores y aciertos de la actuación de Manel Navarro (últimos en votaciones) 

Las lecciones televisivas que aún no ha aprendido España de Eurovisión

Los motivos que demuestran que Eurovisión no es una horterada

Chikilicuatre: así se convirtió en el mejor producto de España en Eurovisión

Lo mejor y lo peor de Eurovisión 2016: circo o canciones

Lo que TVE debe aprender de su propia historia

Mostrar comentarios