OPINION

Los herederos de Espinete (que cayeron en el olvido)

bluki
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Espinete sí existe. Es el gran muñeco de trapo de nuestra historia de la televisión, el único que pervive con fuerza en la memoria colectiva. Tanto ha marcado este puercoespín a varias generaciones que, tres décadas después del fin de su Barrio Sésamo, seguimos recordando sus rosadas púas.

Sin embargo, tras Espinete, han existido otros muñecos que llegaron con ganas de heredar su puesto. Las cadenas han pretendido crear nuevos personajes imaginarios icónicos,  identificables por el público y de los que es fácil comercializar un rentable merchandising posterior. Pero pocas veces estas nuevas mascotas han traspasado el cariño de la audiencia. Sólo los Electroduendes, Yupi -de Los mundos de Yupi, claro-, Los Lunnis y Trancas y Barrancas han destacado en un universo de muñecos catódicos que, pobres, nadie recuerda.

BLUKI

Fue el elegido. El sustituto oficial para sustituir a Espinete en el regreso de Barrio Sésamo a TVE. Protagonizó 130 capítulos del mítico programa, que se emitieron entre 1996 y 1999. Pero ni en los propios resúmenes nostálgicos de los programas infantiles de la cadena pública rescatan a este monstruito azul con aires gatunos. Aunque los noventa existieron y Bluki también. De hecho, el decorado que envolvía esta etapa de Barrio Sésamo, la última producida en un plató español, fue premiado como la mejor escenografía de todas las versiones del momento, reconocimiento otorgado por la propia productora original de Sesame Street.

SUPER Ñ

Tras la desaparición de Bluki, TVE decidió innovar en esto de los programas infantiles y apostar por personajes creados por ordenador. Se acabaron los muñecos de trapo con TPH Club (1999-2003), un formato diseñado y dirigido por Antoni D'Ocon, alma de series como Los Fruittis. Y como gran estrella del show: Super Ñ, que tenía todas las papeletas para ser el personaje más querido por los niños. Lo logró, pero sólo un ratito en este programa contenedor de dibujos animados en donde Paloma Lago se estrenó como contadora de cuentos. Eso sí que es innovar.

LA RATA DE WYOMING

Antes que Trancas y Barrancas, antes que Pablo Motos. Wyoming ya tuvo una marioneta que salía debajo de la mesa (o de donde cuadraba) para preguntar y repreguntar a los invitados gracias al ingenio de Moncho Alpuente, que era la voz y alma de este particular muñeco. Fue En la Azotea de Wyoming (2005), un late night que recreó, dentro del Estudio 10 de Prado del Rey, la solana de un mítico edificio de Gran Vía (justo el que ahora ocupa un famoso Primark). El programa pretendía recuperar la esencia de la televisión pública gamberra de los ochenta, aquella que retrataba la cultura sin miedo a una mirada crítica y autocrítica. No tuvo éxito, pero si se adelantó al atrevimiento de eso de incorporar un muñeco de trapo a un show de adultos. Aunque (casi) nadie lo recuerde.

PE

En 2009, Cuatro, el canal, estrenó un concurso cultural con una especie de robot que se pasaba de listo. Se llamaba Pe y recordaba, en plan artesanal, a Eve, la novia de Wall-e de la factoría Pixar. Un particular artefacto-mascota que funcionaba muy bien a nivel televisivo, pues se reía de los fallos de los concursantes con una acidez que enganchaba. A su lado, el presentador del concurso, Josep Lobató, que vivía un entretenido pique con la listilla de Pe, que no pasaba una. En total fueron 81 programas entretenidos pero, por lo que ha visto, olvidables.

Tal vez alguno de estos muñecos llegó demasiado pronto y no se entendió bien su propuesta, como la rata de Wyoming, otros simplemente no contaron con el grado travieso con el que Espinete se ganó la empatía del público. Porque Espinete es Espinete no sólo por su característico diseño, también por la cálida e ingenua personalidad que impregnó la actriz que dio vida a ese disfraz, Chelo Vivares.

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