RTVE no va a retransmitir la manifestación del World Pride, el acto central del Orgullo LGTB mundial, que este año se celebra por primera vez en Madrid. La cadena ha alegado que toma esta decisión por motivos de rentabilidad, lo que ha sonado poco creíble, ya que TeleMadrid -emisora oficial del evento- es la televisión que realiza el despliegue técnico y cede la señal a las cadenas que lo soliciten. De hecho, Atresmedia, a través de La Sexta, dará también este acontecimiento que traerá a 3 millones de personas a la capital.
En la argumentación de la no-emisión del Orgullo LGTB, se revela el problema que tiene TVE a la hora de explicar sus decisiones de programación con razonamientos convincentes. De hecho, las respuestas en la comisión del control del Senado del presidente de RTVE, José Antonio Sanchez, sobre los motivos que han llevado a la omisión de un evento de tal calado, han avivado la polémica en vez de aplacar la desconfianza ciudadana.
La primera justificación de Antonio Sánchez está en que las "otras grandes cadenas tampoco lo retransmiten, ni Telecinco ni Antena 3", eludiendo que La Sexta sí lo emite. Pero, además, eludiendo que la función principal de RTVE como cadena pública está en emitir aquellos acontecimientos de relevancia a los que no llegan las cadenas privadas, prestando especial atención en las minorías, pues la función de Radio Televisión Española es informar, explicar y retratar la pluralidad social de nuestro país.
José Antonio Sánchez podía haber recalcado que Radio Televisión Española sí divulgará el Orgullo LGTB en diferentes espacios de sus programas, tanto en la televisión como en la radio, como ya ha confirmado la cadena pública y él mismo, el problema está en que el Presidente se queda en una argumentación superficial y con poco grado de empatía hacia la audiencia diversa que debe representar la televisión pública.
"Es que nosotros tenemos ya nuestras programaciones diseñadas y no encaja, no se puede dar todo, pero el evento será cubierto por RTVE", resume Sánchez. Otro titular que denota cierta censura al acto, ya que para otro tipo de acontecimientos, como la emisión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de la Iglesia Católica, Televisión Española sí ha contado con capacidad para movilizar recursos. Incluso modificando la programación en el último momento, cuando la actualidad lo requiere. Su argumentación cae por su propio peso.
En este acto del Senado, el propio Presidente se atrevió a proclamar su confesión religiosa cuando se comparó el Orgullo con la emisión de la misa dominical: "Lo de los actos católicos no tiene nada que ver. Yo soy católico, apostólico y romano, y por eso soy de solidaridad muy grande". Una declaración personalista que tampoco se entiende como responsable de una televisión pública. Ya en otra comparecencia el propio Sánchez reconoció ser votante del PP y sentenció que Pilar Miró lo era del partido socialista. Todo un atrevimiento por su parte, ya que lo hace desde la responsabilidad de un cargo que representa a todos los ciudadanos y desde el que no se debe tomar partido. Tampoco utilizando la memoria de Pilar Miró que, por cierto, durante su mandato como directora general del ente público, la programación de TVE acogió mordaces parodias y críticas al Gobierno de turno, entonces de Felipe González, que parecen imposibles hoy. Como ejemplo, los últimos episodios (bastante radicalizados contra las instituciones) de La Bola de Cristal o Viaje con nosotros. En este último, hasta se parodió a la propia Pilar Miró.
La realidad es que TVE no se ha planteado emitir el Orgullo LGTB porque la manifestación principal no entra en la línea editorial "familiar" de la cadena en la actualidad y, a nivel técnico, se calcula que tampoco supondría un despunte de audiencia. Pero también la cadena pública pierde una oportunidad de ganar credibilidad social aprovechando la ocasión para divulgar un acontecimiento que supone una conquista de derechos, además de una inyección turística, económicamente muy importante en la capital, y un impulso a la proyección de la marca España a nivel internacional. Emitirlo habría sido un gran gesto, todo un símbolo. Y eso aún está a tiempo de conseguirlo RTVE con una programación que explique el trasfondo del Orgullo LGTB como movimiento por la igualdad de derechos de amar, ames a quien ames.
En este sentido, TVE podría argumentar que prefiere divulgar los actos a través de informativos y otros programas que cuentan con una audiencia más fiel, sin minimizar el foco, en exclusiva, a la retransmisión de la manifestación más festiva, que no cuenta con un guion que entiendan las grandes audiencias fuera de su contexto. Pero, en cambio, los responsables de la cadena pública se pierden en rodeos de excusas superficiales y no en defender propuestas de conocimiento de contenido televisivo real. De ahí la crisis de credibilidad de la actual Televisión Española, donde la ideología gana a la explicación televisiva convincente y con perspectiva.
Como acontecimiento mundial y como país pionero en los derechos igualitarios LGTB, TVE deberá, al menos a través de su canal 24 horas de información continua, conectar con la manifestación de Orgullo LGTB como un evento masivo que paralizará el corazón de Madrid por la celebración del amor sin trincheras. Y quizá eso es lo que falta a TVE: volver a derribar con amor su propia trinchera de prejuicios de directivos, que da la sensación de que no actúan en clave de proyecto de televisión pública. Al contrario, parece que piensan más en contentar a los votantes o confesiones religiosas que son de su afinidad puramente personal.
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