OPINION

María Patiño, víctima de la televisión low cost

la television low cost maria patiño
la television low cost maria patiño

María Patiño se ha estrenado este fin de semana al frente de Socialité, un informativo de actualidad rosa con el que Telecinco pretende plantar cara al veterano Corazón de La 1, uno de los formatos más competitivos de la actual cadena pública. Además, con esta propuesta, el canal principal de Mediaset también busca incrementar las horas de producción propia en fin de semana. Así, Telecinco aumenta su visibilidad en sábado y domingo como referencia en programas en directo, donde destacan Viva la Vida de Toñi Moreno o Sábado Deluxe con Jorge Javier Vázquez.

Patiño ha llegado a este espacio como fichaje estrella para hacer más atractiva la franja del mediodía, una colaboradora reconocible y querida por parte de la audiencia de este tipo de formatos. Sin embargo, su aterrizaje en este horario ha sido accidentado. Ya nada más aparecer en plató, era imposible escuchar la voz de la presentadora. Primer fallo técnico de muchos: que si suenan mal los vídeos, que si se cuelan voces en los reportajes, que si directamente no entran a tiempo los reportajes, que si hay interferencias en una llamada telefónica con Belén Esteban, que si el decorado se ve como de televisión local con tarotistas en los noventa, que si se ve un techo destartalado (en la imagen de arriba), que si se oye a Patiño quejarse por el caos técnico durante la emisión de una pieza... Pobre.

Es la contraindicación de la televisión low cost que representa este tipo de programa. Para ahorrar costes, Socialité, como sucede con su programa hermano de Divinity 'Cazamariposas', no se realiza desde un plató real: se emite desde una oficina que se redecora para dar el pego de estudio de televisión con ayuda de dos pantallas y unos cuantos focos.

Y, con la llegada de Patiño al programa, Socialité ha estrenado "sede" en las oficinas de la productora La Fábrica de la tele en Madrid. Nuevo set para un show que no requiere una gran inversión económica. Pero eso pasa factura a la emisión, creando cierto descontrol, empezando porque el lugar de grabación no está insonorizado y proyecta ruidos que desconciertan al espectador y desconcentran a la propia presentadora.

Con Cazamariposas realizar un programa en una redacción funciona mejor, ya que este espacio tiene un tono gamberro que permite también una puesta en escena guerrillera desde una oficina más descontrolada. Socialité es diferente, apuesta por una narrativa televisiva de prensa rosa más tradicional y debe seducir a un espectador más amplio. Este objetivo se consigue con la forma de contar los contenidos pero, también, con un envoltorio acogedor.

De poco sirven pantallas cargadas de grafismos que enriquecen lo que cuenta Patiño si quedan deslucidas, ya que el lugar en el que se produce el contenido no cuenta con las características técnicas necesarias para propiciar una buena acústica e iluminación que arrope el show. Porque la televisión debe ser agradable de ver, pero el primer fin de semana de este informativo del corazón con María Patiño no ha entrado por los ojos (y los oídos) por culpa de una sonoridad e iluminación más propia del interior de un frigorífico que de un evasivo show de cotilleo. Son las consecuencias de pretender hacer crónica rosa con el glamour aspiracional de la socialité a golpe de tele low cost.

@borjateran

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