OPINION

'Soy Rosa': el problema de producir un reality personal en España

rosa lopez y madre
rosa lopez y madre

Las cadenas de televisión en España buscan artistas que protagonicen el reality de sus vidas. El problema surge cuando las mismas cadenas se percatan de que, en nuestro país, las personalidades que están dispuestas a grabar su existencia cuentan con unos quehaceres diarios muy poco televisivos y sus rutinas no se traducen en nada especialmente llamativo. Así que hay que llenar de contenido esas vidas y, como consecuencia, se fuerza "lo interesante" de forma artificial. Y nadie se lo cree.

Los realities de Ana Obregón (Algo pasa con Ana) en DKiss y Tamara Falcó (We Love Tamara) en Cosmopolitan no funcionaron porque no transmitían verdad en ningún aspecto. Al contrario, contagiaban demasiado la existencia de un guion. Sólo Alaska y Mario de MTV y Las Campos de Telecinco han brillado en este género español del personality show, pues sus vidas ya de por sí atesoran un punto surrealista que llama la atención y no crea indiferencia en el espectador.

Y ahora llega Rosa López a Ten con un reality hecho a medida. Es la gran oportunidad de este canal de TDT. A su favor, está que Rosa sí desprende una autenticidad que es imposible de guionizar. Pero, en contra, en su primera emisión, Soy Rosa no aporta nada realmente nuevo a un espectador que no sea fan acérrimo de Rosa.

Todo lo que sucede en el formato se evidencia forzado. Hasta cuando duerme, se nota que la cantante se está haciendo la dormida. La rutina de Rosa se diseña para que sucedan situaciones en el programa que enganchen al público. Pero todo se centra demasiado en la historia de superación, típica del programa de testimonios de los noventa, para arañar la emoción básica del espectador. Un objetivo que el reality podrá alcanza con los fans de Rosa, pero el secreto del éxito de los realities de estas características se encuentra en descubrir el personaje también a quien lo desconoce.

En este sentido, ayuda reírse de uno mismo, mostrando la vida real de Rosa con su frustraciones e ilusiones, no siempre ensalzando su persona ni con esos cuadriculados testimonios de entrevistas a cámaras en sets perfectamente iluminados. En la situaciones que se plantean, sin duda sería más atractivo seguir a Rosa en todo momento que hacer que se siente en una butaca para contarnos topicazos bienintencionados. Su vida debería contarse sola, con una cámara viva, elocuente, transparente. Si Alaska y Mario funcionaba por algo, era por lo mismo que también funciona, a nivel internacional, un formato como Las Kardashian: porque nos permite ver a los protagonistas también en momentos grotescos y poco favorecedores. Sea verdad o no, lo que muestran las cámaras sí parecen sus vidas reales.

Ese sería, del mismo modo, el éxito de Soy Rosa: transmitir de verdad la vida de Rosa López, para bien o para mal. Como artista exitosa, como juguete roto, como ave fénix capaz de renacer. Si no, se quedará en un mero producto orquestado para promocionar su nuevo disco, con programas sin chicha y situaciones prefabricadas olvidables, diseñadas sólo para contentar a la propia Rosa y a sus seguidores más fieles.

@borjateran

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