OPINION

'Mad in Spain': motivos de un revés televisivo en la noche del domingo

El debate del reality de náufragos famosos, Supervivientes: conexión Honduras, se despidió de Telecinco el pasado mes de julio con un 18,7 por ciento de share y más de 2 millones de espectadores. Excelente resultado para Telecinco, que ha visto como este formato ha rondado cifras que llegan al codiciado veinte por ciento de share.

Los responsables de la cadena han pretendido mantener este buen rendimiento en el horario de prime time dominical del verano con otro debate. Si bien, en este periodo estival, Telecinco no cuenta con reality en emisión durante las vacaciones. Para suplir esta carencia, la emisora ha programado Mad in Spain. Se trata de una tertulia sobre lo divino y lo humano que no ha terminado de funcionar con una tendencia de audiencia decreciente por debajo de la barrera de un pobre diez por ciento de cuota.

El principal problema del fiasco de Mad in Spain ha estado en el contenido del espacio. Lo que se prometía como un modernizado Moros y Cristianos, que triunfó en los noventa con Javier Sardá, ha terminado siendo un batiburrillo de debates demasiado vistos en televisión: que si beneficia ser hijo de personas famosas, que si las dietas sirven para algo o nada, que si las fiestas populares fomentan el alcoholismo... Temas con un enfoque superficial y tratados con argumentos manoseados.

El programa no ha aportado nada nuevo y el púbico ha dado la espalda a un formato que en Telecinco ya dan por finiquitado. De hecho, para ahorrar costes, Mad in Spain ha dejado de realizarse en directo y, desde hace dos semanas, está siendo grabado los viernes por la tarde. La función de Mad in Spain de continuar la línea de la cadena como referencia de emisora pegada a la actualidad en tiempo real se ha desvanecido. Sus resultados de audiencia no aguantaban con ímpetu el esfuerzo extra que supone realizar el show en directo un domingo.

Pero Mad in Spain sigue como producto que cubre un hueco hasta la llegada de Gran Hermano. La dirección del programa ya ha realizado cambios interesantes para congeniar mejor con el público habitual de Telecinco: colaboradores más populares en el universo de Mediaset (Alonso Caparrós, Carlos Lozano, Sofía Cristo, Cristina Tárrega), una mesa para que los contertulios no estén con actitud de siesta en el sofá y hasta cámaras ocultas que ponen sobre la mesa dilemas morales que generan más conversación. Sin embargo, el programa sigue sin solucionar su debilidad fundamental: en Mad in Spain debaten humo. Y la audiencia ya está resabiada de vende humos en televisión. Faltan expertos, faltan testimonios en primera persona, faltan temas acotados, que sean reconocibles por el público y afecten al espectador en el día a día y, sobre todo, sobran temas demasiado genéricos con argumentos tópicos de polemistas que lo mismo te habla de Chayo Mohedano que de Mariano Rajoy.

Por suerte, han estado al frente del espacio Jordi Gónzalez y Núria Marín para aportar un toque de ironía y humor inteligente cuando lo merecía el vaivén de la tertulia hacia ninguna parte. Como suelen ser las tertulias en televisión, por otro lado.

@borjateran

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