OPINION

Lo que no se ve de MasterChef: las clases de cocina que reciben los concursantes en la trastienda

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La primera edición de MasterChef Celebrity se convirtió en la temporada de mayor audiencia del talent culinario en España. Las celebridades tiran y cosecharon un 23,6 por ciento de audiencia, más de 13 puntos por encima del margen de media de share en el que se mueve la cadena pública en la actualidad. Silvia Abril, Bibiana Fernández, Carlos Baute, Pepón Nieto, Anabel Alonso, José Corbacho, Marina San José, Edu Soto, Usun Yoon, Juan Betancourt, Patricia Montero y Saúl Craviotto intentarán repetir el hito desde este martes, a las 22,40h, en el retorno de un formato con el que TVE pretende recuperar a esa audiencia que ya no logra fidelizar como antaño con otras ofertas.

Los 12 rostros populares se someterán a los ya clásicos veredictos de Pepe Rodríguez Rey, Samantha Vallejo-Nágera y Jordi Cruz. Aunque el gran valor añadido de la versión vip de Masterchef está en que el programa saca a los concursantes famosos de su zona de confort, mostrando al público otro lado menos conocido de sus personalidades.

Pero lo que la gran audiencia no conoce es que también los vips deben de pasar un casting, como en la versión de anónimos. Se trata de una prueba en la que cocinan, durante una hora, un plato que ellos mismos eligen. En esos sesenta minutos, los responsables del programa analizan su desparpajo entre fogones, pues MasterChef Celebrity no baja el nivel de exigencia con los rostros populares. Al contrario, el show mantiene su esencia: divulgar la cocina a través del frenesí del espectáculo de una competición televisiva en la que el espectador ama e incluso coge manía a los participantes.

Un programa que, como una serie, crece con el avance de las tramas que surgen a través de las pruebas culinarias a las que se enfrentan los concursantes. Como consecuencia, va implícito en el éxito o fracaso del formato que el espectador vea una evolución semanal y, para facilitar este proceso de crecimiento y superación, el programa imparte clases al terminar las grabaciones en las que los candidatos aprenden trucos o conceptos de cocina, que les servirán para crecer en el show.

Este tipo de clases, que no se ven por la tele, también se realizan en las ediciones con anónimos. No obstante, son más cruciales en la versión celebrity ya que los populares no cuentan con tantas herramientas en la cocina. Es más, muchos siguen practicando en sus fogones cuando llegan a casa, como si se tratara de estudiar para un examen práctico. Lo malo: no saben qué deberán guisar en el extenso universo del recetario nacional, aunque en estos cursos intensivos sí que caen pistas de por dónde pueden ir los tiros.

Así que ningún personaje popular quiere perderse estas clases, a pesar de los compromisos profesionales del elenco que propician que no todos dispongan del suficiente tiempo para prepararse. Por ejemplo, Anabel Alonso ha compaginado este talent show con su papel en Amar es para siempre.  Pero esas clases que se imparten en la trastienda del show ayudan a impulsar la progresión de los protagonistas, tan importante para evitar la monotonía en un talent show de estas características.

La cultura del esfuerzo ha vuelto a la televisión con MasterChef. Y lo hace con todas sus consecuencias. Aquí no se falsea el contenido, la emoción del programa surge de sus pruebas y retos semanales. Un programa que es tan duro que muchos no repetirían. Ya lo dijo Loles León: ella no volvería a MasterChef. Aunque, en esta nueva temporada, tanto buen cómico junto puede ser un interesante desafío para el propio programa y sus creadores, lo que deparará más de un imprevisible giro de guion.

@borjateran

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