OPINION

El paro EPA explicado con una fábula

Había una vez una pequeña comunidad amish en medio de Extremadura que era muy laboriosa. Según las estadísticas, existían cien personas en edad de trabajar. Eso quería decir que había cien personas entre 16 y 65 años que podían crear riqueza.

Cada tres meses llegaban los encuestadores del Instituto Nacional de Estadística (INE), se metían en las casas y preguntaban: "Señores, ¿cuánta gente hay en esta casa del Señor que quiera santificarle mediante el duro y recompensado trabajo?". Cien almas respondieron que deseaban santificar al Señor mediante el sudor de su frente.

Los encuestadores descartaban por supuesto a amas/amos de casa que no quisieran meterse en un trabajo remunerado, a jubilados, o a niños menores de 16 años.  Sólo la fuerza de trabajo, la workforce, la kraftwerk, es decir, músculos con ganas de entrar en acción.

Los encuestadores del INE hacían otra pregunta: "Muy bien, ya sabemos cuáles de ustedes son fuerza de trabajo llamada a ejercer la providencial tarea, pero ¿cuántos están trabajando de verdad y reciben una paga por ello?".

Descubrieron que de los 100 amish en activo (la llamada Población Activa) había 10 que no tenían curro. Eso quería decir que el 10% de la población activa de ese pueblo estaba en paro. Era el paro EPA. En consecuencia, eso significaba que había 90 puestos de trabajo en el pueblo. Eran los ocupados.

Un día, varias familias amish se cansaron de vivir allí y se alejaron. Entonces, volvieron los encuestadores del INE para hacer la encuesta del otro trimestre. Preguntaron: "¿Cuánta gente hay en edad de trabajar y que quiera trabajar?". Esta vez, 85 amish contestaron afirmativamente. Es decir, había quince amish menos en edad de trabajar que antes. La Población Activa había disminuido. Luego, preguntaron: "¿Y cuántos hay en paro?". Y nueve dijeron que estaban en paro.  Hecha la resta correspondiente, eso quería decir que 76 amish estaban currando de verdad en el pueblo. Era la Población Ocupada.

Cuando elaboraron sus estadísticas, los funcionarios publicaron lo siguiente: el paro ha bajado de 10 a nueve personas. El índice de desempleo, ha subido del 10% al 10,5%. Medio punto más.

¡Vaya lío! Dijeron los españoles. ¿Cómo es posible que baje el número de parados y suba el índice de parados? Y los encuestadores, siempre sabios en el manejo de gnomones, tarot y hechizos, respondieron: "Porque en este pueblo ya no hay 100 amish sino 85 en edad de trabajar. Y de ellos, nueve están en paro. Eso hace el 10,5% de la población está en paro, un 0,5% más que hace tres meses". Voilá.

En fin, al leer la nota de prensa del INE, el alcalde del pueblo se sintió recompensado porque había menos paro que en el trimestre anterior: un parado menos, en concreto. Algo es algo. ¿No lo llamaban brotes verdes?

Pero la realidad era muy dramática: antes había 90 personas ocupadas, es decir, con trabajo, produciendo riqueza, ganando un sueldo. Ahora eran 76, es decir, 14 menos. Se habían destruido catorce puestos de trabajo. De continuar así, en pocos años se destruiría todo el empleo que se había creado en los últimos años. Pero nadie se enteró aquel día porque existen espejismos, visiones, fantasmagorías, estadísticas y notas de prensa.

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