OPINION

Mentiras y verdades sobre la mujer trabajadora

Con la excusa de que hoy que se celebra el Día de la Mujer Trabajadora, me gustaría hacer algunas preguntas:

¿Hemos organizado bien nuestra sociedad? ¿Cuál es el papel de las mujeres? ¿Hay que cambiar las cosas mucho, poco o nada?

La primera verdad de todo esto es que aunque los hombres y las mujeres sean anímica y biológicamente diferentes, hay que pagarles lo mismo por desempeñar el mismo trabajo, y no discriminarlas por ser mujeres. Esa es la primera desigualdad de nuestra época y no voy a echar mano de las estadísticas porque todos las conocemos de memoria. Lo penoso es que eso sucede incluso en las empresas más reputadas.

Hace cuatro años, cuando yo dirigía un periódico, publicamos el 8 de marzo una serie de reportajes sobre cómo un gran almacén discriminaba a las mujeres pues les obligaba a usar faldas y uniformes, mientras que a los hombres solo les obligaba a ir con cualquier traje. También escribimos que no las promocionaban a jefas de planta, con lo cual estaban condenadas a ganar menos que los hombres. Aquello fue un desafío porque jamás ningún periódico de este país se había atrevido a eso. Decíamos que una empresa tan admirada y admirable como esa no se podía permitir una política de personal del siglo XIX. Para mi periódico supuso un verdadero desafío. Nos la jugamos.

¿Saben lo que logramos? Que la empresa aceptara que las mujeres fueran con falda o pantalón, y que las tomaran en cuenta a la hora de elegir a un nuevo jefe de planta.

Otro de los grandes obstáculos a que se enfrentan las mujeres en el trabajo es la maternidad. Hay empresas que les preguntan, antes de ficharlas, si están embarazadas o si piensan tener hijos. En caso de que la respuesta sea "sí" no las contratan.

Busquemos razones comerciales para que estos empresarios cambien su punto de vista. ¿Es que no entienden estas empresas que facilitar la maternidad significa que en el futuro tendrán más clientes? De todos modos, la maternidad ya no es un problema como han demostrado Mercadona y MRW con su política de cuidados maternales. Han logrado incluso que las mujeres sean más productivas. ¿La razón? Se sienten protegidas.

Ahora bien, se han creado muchos mitos falsos sobre lo que supone la liberación de la mujer en el trabajo. Cuando escucho esta frase, me acuerdo de una visita que hice hace muchos años a una fábrica de discos de vinilo. A lo largo de una extensa nave, había una hilera de poderosas prensas que cogían una pastilla de material sintético, le daban un golpe descomunal y lo convertían en un disco de vinilo. La temperatura era de unos 4o grados. Era verano y no había aire acondicionado. La mayoría de las operarias eran mujeres, que estaban todo el día allí medio zumbadas a pesar de que se protegían los oídos con unas orejeras. Cada cinco segundos caía la prensa. Pum. Yo observaba a esas chicas con la mirada perdida y pensaba: "Esto no es liberación: ni de mujeres ni de hombres".

Algunos argumentarán que hay trabajos más sabrosos y mejor remunerados, como el de las grandes oficinas, despachos de abogados, brokers, bancos, etcétera. Cierto, parece más cómodo. Pero lo que hemos hecho es involucrar a la mujer en el vórtice de la alienante vida de oficina. ¿Saben cuál ha sido una de las primeras consencuencias? Que ahora las mujeres, como antes los hombres, padecen insomnio, estrés, depresión, psicosis, aparte de un montón de enfermedades psicosomáticas como psoriasis, caída del pelo, sarpullidos, mareos, etc. ¡Bienvenidas a nuestro mundo, chicas!

Hace poco, la revista Muy Interesante me invitó a escribir un reportaje sobre todos los obstáculos que habían tenido que superar las grandes ejecutivas o empresarias para llegar a puestos antes reservados para hombres. A medida que me metía más en la biografía de estas mujeres admirables, descubrí algo que me conmocionó de veras. Me puso triste descubrir que había crecido espantosamente el cáncer de mama en las mujeres inducidas a sumergirse en la vida laboral moderna.

Encontré un ejemplo que me aplastó. En las ciudades más empresariales de China, el cáncer de mama se ha disparado entre las mujeres trabajadoras. En un año había más de 200.000 nuevos casos. Los médicos estaban sorprendidos. Luego, dirigí la vista a las biografías de muchas ejecutivas y descubr el caso de Carly Fiorina, que fue presidenta de HP, y Carol Bartz, presidenta de Yahoo: ambas habían sufrido un terrible cáncer de pecho. ¿Ese ha sido el coste que han tenido que pagar muchas mujeres por disfrutar de las mieles del éxito? Es algo sobre lo que deberíamos reflexionar.

Por último, quiero comentar lo que a mí me parece que son las posturas de los hombres cuando se habla de las mujeres en el trabajo.

1. El machista:¿Las mujeres? Un fastidio. Cuando no están embarazadas, tienen la regla. Nunca van al grano y se pasan el día hablando.

2. El hipócrita: oh, sí desde luego, hay que hacerles caso porque son la mitad de la humanidad y son seres humanos también. ¿Igualdad? Por supuesto, hay que ayudarlas a ganar lo mismo que los hombres y  promoverlas a puestos destacados (pero en el fondo me importa un pimiento y sólo digo esto para quedar bien o para ligar).

3. El que se siente culpable: perdonadnos por favor, hemos sido tan malos en la historia... Se me ocurre que entre dos candidatos con las mismas cualidades, hay que escoger a la mujer porque han estado ninguneadas durante años, decenios, ¡siglos! Por favor feministas, no me ataquéis que yo soy de los vuestros (o de las vuestras, no sé).

Mientras sigamos así, no daremos a las mujeres la importancia que merecen en el mundo laboral.

¿Qué es lo más sensato? Elegirlas y promoverlas porque son tan buenas profesionales como los hombres. Y además pensar que para que este partido de fútbol sea justo, hay que tener cierta consideración por su condición de mujeres. ¿Discriminación positiva? Llámenlo como quieran.

Sólo sé que ellas saltan al campo con ciertas precondiciones físicas que no tienen los hombres: ellas tienen hijos, menstruaciones, sufren estrías, cambios biológicos, cambios hormonales (menopausia), y sí, psicológicamente quieren pasárselo bien jugando al fútbol con sus compañeras, no necesitan matar a nadie para ganar.

A nosotros sólo se nos cae el pelo y echamos barriga. A veces ni eso. Y con tal de tener el balón, somos capaces de matar.

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