OPINION

Wikileaks, la web que desafía a los gobiernos mundiales

En abril de 2010, fue la portada en muchos medios digitales. Un video mostraba cómo el ejército de EEUU disparaba y mataba a un fotógrafo de la agencia Reuters y a su chófer en Irak.

Sucedió hace tres años pero entonces, oficialmente, el ejército argumentó que habían respondido al fuego de hombres armados. La agencia Reuters pidió entonces ver el video grabado desde un helicóptero, pero nunca les entregaron el material.

En abril se revelaron por fin las imágenes. Mostraban la localización desde el aire de varios hombres en las calles de Bagdad, su seguimiento, el intercambio de instrucciones entre los pilotos del helicóptero Apache, donde sospechan que uno de ellos tiene un arma, y al final la orden: Disparadles.

Pero no era un arma lo que portaba aquel hombre sino su cámara de fotos con teleobjetivo.

¿Cómo se pudieron escapar esas imágenes secretas que dejan tan mal parada la versión oficial? Gracias a lo que en periodismo se llama un "garganta profunda", alguien dentro del Pentágono que pasó los documentos a Wikileaks. Desde entonces, ha habido más filtraciones como 94.000 documentos sobre las operaciones norteamericanas en Afganistán revelados en julio pasado. Y desde mediados de octubre, amenazaba con realizar la mayor filtración de secretos militares de la historia: más de 400.000 documentos sobre la guerrra de EEUU en Irak.

¿Y qué es  Wikileaks? Es una web, es una ONG, es un medio de comunicación, en definitiva, es la caja de Pandora que un grupo de periodistas y rebeldes ha puesto al servicio de los que quieren filtrar documentos  secretos en todo el mundo.

Cualquier mortal que tenga en sus manos un documento importante y que quiera darlo a conocer a la humanidad puede enviarlo a Wikileaks con la seguridad (hasta ahora) de que nadie revelará su nombre. Esas son las condiciones que ha creado Wikileaks para que confíen en su veracidad y en el secreto de las fuentes.

Wikileaks significa en castellano Wikifiltraciones o Wikifugas.

Fue creada hace cuatro años y su frase de bienvenida es “Publishes and comments on leaked documents alleging government and corporate misconduct”, es decir, publica y comenta documentos filtrados (revelaciones) sobre supuestas conductas erróneas de gobiernos y empresas.

En teoría, alberga más de un millón de documentos, precisamente esos que implican a gobiernos, empresas y organizaciones en actos oscuros. Son esos documentos que a ningún gobierno o empresa les gustaría ver publicados… pero que se publican gracias a un montón de gargantas profundas. Quienes los filtran son personas interesadas en que se sepa la verdad, como los que filtraron el video del ejército americano ametrallando a un fotógrafo armado con una cámara de fotos.

Esto quiere decir que los gargantas profundas pueden ser funcionarios honestos o empleados enfadados, no importa. Lo importante es que llegue a Wikileaks y que estos internautas lo pongan a disposición del gran público. Dinamita digital.

Fue Wikileaks la web que publicó hace meses medio millón de mensajes enviados por anónimos ciudadanos tras los ataques a las Torres Gemelas. Fue Wikileaks quien albergó los miles de mails cruzados el año pasado por científicos interesados en exagerar el cambio climático, una noticia de hizo mucho daño a la causa ecologista.

Esto demuestra que Wikileaks no se casa con nadie. Ni de izquierdas ni de derechas, ni ecologista ni antiecologista. Es la web que pisa todos los callos.

Una tarea difícil, por supuesto, porque se crea enemigos por doquier. Hace unas semanas Wikileaks ya anunciaba que iba a publicar documentos importantes del ejército de EEUU. También decía que la CIA y la NSA (National Security Agency) estaban acosándoles, y que estaban siendo sometidos a fuertes presiones. Pero los débiles de Wikileaks tienen una fuerza oculta: son expertos en confundir a cualquiera que les quiera seguir la pista. Alojan los documentos en servidores de cualquier punto del globo, creando para ello códigos encriptados y una maraña de puntos repartidos por el planeta. Imposible dar con el origen de un documento.

El diario británico The Guardian ha llevado a portada muchos documentos de Wikileaks, con lo cual el periodismo se está convirtiendo en la caja de resonancia de una ONG creada por periodistas sin dinero, disidentes políticos chinos, tecnofrikis y rebeldes antisistema.

Porque Wikileaks confiesa que no tiene dinero. A finales del año pasado, los responsables de Wikileaks solicitaban donaciones por valor de 600.000 dólares ya que necesitaban dinero urgentemente para sobrevivir. La web estuvo viviendo momentos de zozobra y quedó paralizada varios meses. En febrero de este año, según afirmaron en Wikileaks, consiguieron donaciones y pudieron alargar su vida. Para realizar donaciones desde Europa y Asia, hay que acudir a una cuenta de la Fundación Wau Holland en el Commerzbank en Kassel. Pero para donaciones desde América o Australia, la web sólo muestra un correo electrónico, al que hay que escribir para obtener un número de cuenta corriente. Por cierto: entre sus donantes están muchos medios norteamericanos como Associated Press o Los Angeles Times. Pero sus cuentas han sido bloqueadas por el gobierno de EEUU.

No es una tarea fácil la de Wikileaks porque una web de este tipo, tan abierta a recibir los documentos que nadie quiere ver publicados, es el objetivo de muchos odios. La prueba está en que el Pentágono ya había declarado que esta web ponía en peligro la seguridad nacional, según una información de The New York Times del 17 de marzo pasado. Según un documento interno del Pentágono, “Wikileaks representa una amenaza potencial para la protección y el contraespionaje del ejército de EEUU”. El colmo de la filtración es que hasta ese documento lo filtró alguien a Wikileaks, que a su vez, lo colgó de la web y luego lo captó The New York Times.

Las actuaciones de Wikileaks son arriesgadas pues puede sufrir juicios y condenas por amenazar la seguridad nacional de cualquier país, pero ¿a quién hay que juzgar? ¿Se puede juzgar una web que está en tierra de nadie? Esa es la virtud de Wikileaks, pues publica documentos que a otros medios, incluso  al The New York Times o The Guardian, les supondría un duro castigo, y al periodista que firmase esa noticia, le supondría ser obligado a revelar sus fuentes bajo pena de cárcel.

Por ahora, lo único que se sabe es que detrás de Wikileaks está Sunshine Press y la Fundación Wau Holland de Berlín. Todo hace pensar que buena parte de esta guerrilla digital está compuesta por alemanes, pues muchos de sus mensajes en Twitter están escritos en ese idioma. El único nombre conocido detrás de esta web estremecedora es Julian Assange, un hombre del que realmente se sabe muy poco. Ayer concedió una entrevista que se puede ver en YouTube. Un día antes, Assange presentó el polémico video de los disparos en la sala Holeman del National Press Club en Washington (la asociación de periodistas). Y desde ayer debe ser el enemigo número uno del Pentágono.

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