OPINION

Los Beatles, la conspiración mundial y la teoría del eterno retorno

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Yo tenía ocho años cuando mi padre nos trajo un disco de los Beatles. Me pasé todo el día escuchando ese 'single'. Y al final lo recitaba con mis amigos, rasgándonos la tripa y gritando: "Estenajor dei nai". No era otro que "It's been a hard day's night". Me enteré años después de lo que significaba

Al año siguiente los Beatles vinieron a España, en 1965, pero yo ni me enteré.

En 1967, Los Beatles sacaron su album más psicodélico. Es el Sargento Pepper. La portada marcó un cambio en las portadas de los LP porque salían los Beatles de uniforme militar (diseñado por el mexicano Manuel Cuevas), y además iban acompañados de personajes de la historia: desde Marilyn Monroe, hasta Oscar Wilde, pasando por Freud. Las caras de Hitler, Gandhi y Jesús fueron quitadas a última hora. Esa carátula está considerada como la más popular de la historia de la música.

Sucedió algo curioso con ese disco. En España, las emisoras de radio emitían sin problemas algunas canciones como "Lucy in the sky with Diamonds" (Lucy en el cielo con diamantes), pero en Gran Bretaña la BBC censuró esta canción porque sus iniciales querían decir LSD, la droga que hacía estragos en la juventud occidental. Paul McCartney lo negó al principio. Años después reconoció en una entrevista que esas canciones hacían referencia a esas drogas. La BBC también prohibió "A day in the life" pues una de las letras animaba sutilmente a drogarse. En España, como nadie sabía inglés, no había problemas de censura. Paradójico.

Hoy hace 40 años, cuando yo tenía 15 años, me dijeron que Los Beatles se habían separado y entonces escribí una larga reflexión sobre los conspiradores mundiales que habían deshecho este grupo de música pop. ¡Había tanta maldad en el mundo...! Cuando uno es joven y sus mitos caen, siempre piensa en conspiradores.

En aquella época ya llevaba el pelo largo, por los hombros, vestía vaqueros rotos, zapatillas deportivas que hablaban su propio idioma de olores, tarareaba canciones en inglés, usaba camisetas con todo tipo de frases, me metía en manifestaciones, tiraba piedras, le robaba el coche a papá y lo conducía sin carné, lo choqué varias veces, vacié con mis amigos todo el almacén de bebidas de casa, incluyendo el Cointreau, me iba con la pandilla a la playa el 1 de enero a ver cómo salía el sol, fumábamos tabaco rubio y filosofábamos sobre la teoría del tiempo relativo (sin tener ni pajolera idea pues entonces nadie llevaba reloj), o sobre la conspiración que se cernía sobre los ideales de la juventud.

Tras la época de los Pekenikes, Los Brincos, Fórmula V y Los Canarios de Teddy Bautista, tocaba escuchar a Pink Floyd, Grand Funk, Credence Clearwater, Premiata Forneria Marconi, Deep Purple, Chicago... Y siempre que tu padre abría la puerta del salón, te encontraba saltando y gritando con una guitarra invisible, igual que hoy se hace con el videojuego "Guitar Hero". Papá movía la cabeza y, con lágrimas en los ojos, se preguntaba qué le estaba pasando a la juventud.

Eso es lo que me pregunto ahora: "No sé adónde vamos a ir con esta juventud".

Ya lo dijo Zaratustra. El eterno retorno de lo mismo.

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