OPINION

El riesgo de caer en una tormenta perfecta

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En la película "Tormenta Perfecta", protagonizada por George Clooney y Mark Wahlberg, hay un momento en que los pilotos y los marineros del Andrea Gail, experimentados pescadores, tratan de salir de una tormenta que se ha interpuesto en su camino a casa. No es una tormenta sino que son tres ciclones unidos pero ellos no lo saben. La tormenta perfecta. Los marineros hacen maniobras con su pequeño pesquero, sufren los embates de las olas, y parece que salen de la terrible amenaza marina. Incluso el sol asoma por los ojos de buey y ellos lo celebran. Pero es una ilusión. El cielo se oscurece de nuevo. Más adelante acecha una ola imponente, que acaba tragándose al barco y a sus tripulantes.

[caption id="attachment_1897" align="alignleft" width="400" caption="Clooney y Wahlberg confían en la salvación, pero...."][/caption]

[caption id="attachment_1898" align="alignleft" width="444" caption="... no saben que hay una ola asesina."][/caption]

Esa secuencia de la película en la que los marinos piensan que están saliendo de la amenaza (vean la foto) es la que ilustra mejor lo que está pasando ahora en España y en el mundo. Parece que se sale de la crisis pero ¿habrá una doble caída? Los economistas lo llaman double dip recession.

Los economistas también lo definen como una recesión en "W". Consiste en sufrir una recesión, comenzar a salir de ella, pero tras un corto y aparente periodo de recuperación, hundirse de nuevo. Gráficamente tiene forma de "W", pero yo prefiero darle la imagen más cinematográfica de la película sobre el Andrea Gail.

Creo que en ese momento estamos atravesando esas aguas amenazadoras. Es posible que estemos saliendo de una galerna, pero también existe el terrible riesgo de caer por segunda vez en las aguas de la recesión y  de forma más profunda.

¿Cuáles son esas tormentas que pueden confluir para armar la tormenta perfecta?

Una de ellas es la deuda y el déficit de Grecia. Ese país no tiene dinero (ni credibilidad) para pagar sus deudas, y cuando sale a pedirlo prestado a los mercados internacionales, estos le exigen un precio muy alto: tipos de interés elevados. Para atraer a los prestamistas, Grecia ha llegado a ofrecer un interés del 10%. Si Grecia no consigue dinero y cae, ¿vendrá luego España?

La situación española no es la griega pero nuestro barco tampoco parece muy seguro. Se ha presentado en las últimas horas mucho oleaje asesino: nuestro paro ha superado el 20% de la población activa. Nuestro déficit es superior al 10% del PIB. Los prestamistas internacionales temen que España no tenga dinero para pagar sus deudas que ya alcanzan más de 500.000 millones de euros. No entienden qué cuentas maneja el gobierno español para hacerles creer que el país saldrá pronto de la crisis. Demasiados gastos. ¿Dónde están los ingresos?

El termómetro de esta desconfianza internacional es la Bolsa. Ayer cayó más de un 4%, cuando una agencia de calificación financiera (Standard & Poors) dijo que los bonos del Tesoro griego son "bull shit": basura. Técnicamente se llaman junk bonds.

Es verdad que las agencias de calificación financiera, las que ponen notas a los bonos de los países, ni olieron la crisis hace dos años. Perdieron mucho prestigio. En eso tiene razón el gobierno español, que puso en duda la fiabilidad de estas agencias. Pero siguen siendo muy influyentes y los gobiernos tienen que soportar sus dictámenes. Y ayer hicieron notar su fuerza cuando dijeron que la deuda griega no valía un pimiento. Ahora están observando la española al microscopio. Si nos ponen una mala nota sería como echar coca cola en los tanques de combustible de este barco que quiere salir de la tormenta.

Estamos por tanto en un momento a mitad de la confianza en salir, y la desconfianza en caer.

Las Bolsas suben una semana, y a la siguiente pierden todo lo ganado. Hay algunos signos positivos como el aumento de la venta de coches, la leve subida de la concesión de hipotecas, y hasta la inflación. Ya ha desaparecido la amenaza de la deflación. También exportamos más que antes y ha subido la venta de electrodomésticos, un indicador muy popular. El gasto de las familias españolas creció ya en el último trimestre de 2009 por primera vez en dos años, y hasta en enero las entrada de turistas aumentó, después de muchas caídas. Cada vez hay más índices positivos y poco a poco, los servicios de estudios desde el del BBVA hasta el de Merrill Lynch dicen que estamos a punto de  salir de la recesión. Levemente, claro. Y hasta el Banco de España, con su lenguaje comedido, ve ciertos signos de recuperación.

Pero, a la vez, persisten muchos índices negativos y graves como el paro, la deuda, el déficit...

Estamos viviendo la misma secuencia de la película en el cual Clooney y Wahlberg pensaban que estaban saliendo de la tormenta. ¿Nos hundiremos de nuevo?

El otro ciclón que se acerca para formar la tormenta perfecta es la crisis del sistema financiero mundial. Hace poco, el economista jefe de Nomura (banco de inversión) alertó del riesgo de caer en una crisis dentro de la crisis. La double-dip. Se llama Richard Koo y dice que desde la Segunda Guerra Mundial, no se recordaba tal cantidad de países con un déficit superior al 10% del PIB. Cita a Grecia, claro, pero también a España, a Japón, al Reino Unido y a Estados Unidos.

Richard Koo se hizo famoso hace más de un año por elaborar un Power Point sobre la deuda que todo el mundo había contraído en la crisis, cuánto tardaríamos en pagarla y en qué nos parecíamos a Japón en los noventa.

El caso es que los operadores de los gigantescos fondos de inversión que mueven el dinero como si fueran mareas planetarias, están sumamente preocupados por esta concentración de lo que podríamos llamar ciclones financieros. El mayor riesgo es que algo desate las fuerzas ciclónicas.

Pero ahora es cuando los gobiernos tienen que intervenir para manejar el barco. Jamás en la historia de la economía mundial se había puesto tanto dinero para sacar a los países de la crisis. Ese es el golpe de timón que podría suavizar el riesgo de la tormenta perfecta. Se está intentando hacer en el caso de Grecia.

Pero, además, cada gobierno tiene que poner su fuerza para empujar este timón. ¿Lo ha puesto el español? Esa es la gran duda.

Otros países, con los capitanes al timón, lograron enderezar el rumbo de sus barcos: Alemania, Francia, Irlanda... El paro en esos países no llega en ningún caso al 10% y ya están empezando a ver rayos de sol.

Pero en España, nuestros capitanes no han sido capaces ni de unir a los marineros, ni de convencerles, ni de crear un plan creíble. No hay consenso para la reforma laboral, no hay un plan de ataque creíble, no hay acuerdos políticos, ni siquiera el gobierno es capaz de sentar a una mesa a empresarios y sindicatos.

Ese es el momento delicado que atravesamos. Y la ola está ahí.

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