OPINION

La cruz, el dólar y Hollywood

Siempre que veo una película norteamericana, me pregunto cuándo llegará la escena "esa". No falla. Ya se trate de una cinta de ciencia ficción o de aventuras, un drama o una comedia, tarde o temprano aparece "esa" escena. A veces son varias escenas, y a veces, en realidad es la subtrama que recorre toda la película.

Una de las últimas que vi en casa y en dvd era "Grand Torino". Dirigida y protagonizada por Clint Eastwood, trata de un anciano americano ex soldado de la guerra de Corea, que se queda viudo y debe pasar sus días sentado en el porche de su casa, bebiendo cerveza y acompañado de su perro.

Los vecinos han cambiado. Ya no son WASP, blancos anglosajones: ahora hay chinos, chicanos, en fin, extranjeros.

Y la presencia de "eso" se ve en los primeros planos: la religión. En este caso, es un cura muy joven que insiste una y otra vez al personaje de Clitn Eastwood que debería confesarse y quedar en paz consigo mismo. Ir a misa.

Eastwood se ríe y amonesta a este niño que le quiere dar lecciones de vida, a él, un ex veterano. Pero antes del gran final, Eastwood aparece por la iglesia y se confiesa. Es la antesala de su transformación.

La religión es algo muy presente en las películas norteamericanas. Puede aparecer en la película esa en que Silvester Stallone trata de sacar a un grupo de personas encerradas en un túnel invadido de agua; los cuales encuentran la liberación a través de una vieja ermita construida por irlandeses cuando construyeron los túneles de Manhattan.

O puede ser la crisis de fe de Dimas, el sacerdote de "El exorcista" que intenta hacer un exorcismo ayudado por otro sacerdote mayor, que conocer cómo conjurar al diablo.

Pueden ser cinco minutos de religión que llegan al principio, en el medio o al final. Puede ser el tema central. Pero fíjense bien porque siempre llegan.

¿Por qué?

Pues porque EEUU es un país muy creyente. Los productores de Hollywood saben que deben meter cinco minutos de religión, cinco de sexo y noventa minutos de acción para que triunfe una película. Es la norma.

Eso explica por qué la película de Amenábar no triunfa en EEUU, según informa elconfidencial.com. Lo supe el mismo día del estreno de Ágora y creo que lo escribí aquí en un post. Amenábar no se dio cuenta de que EEUU es un país muy religioso (también muy hipócrita), pero cuando se tratan temas religiosos, al final deben ser  salvadores.

A mí me gustó la película de Amenábar porque planteaba cuestiones que estudié en la carrera de Filosofía en dos materias: Filosofía de la Religión e Historia de la Ciencia. Me gustó de veras la película.

Pero cuando vi que los malos eran cristianos (bueno, antes los paganos y antes los judíos), me dije: "Esto no se va a estrenar ni en un cine de arte y ensayo en EEUU".

Europa ha tenido tantas guerras de religión que aquí el espectador es más escéptico. Pero en EEUU siguen yendo a misa los domingos, y los curas, pastores y predicadores tienen una influencia enorme sobre la conciencia del país. Son su ángel de la guarda, la voz del inconsciente, el Obi Wan Kenobi de 320 millones de personas.

Por eso, aquellas películas que introduzcan elementos religiosos salvadores, tienen más posibilidades de hacer dinero. y las que no, se estrellan. Van al infierno.

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