OPINION

Viejos columnistas contra nuevos blogueros

Hace tiempo, cuando trabajaba como redactor en un medio de papel, solía ver cómo entraban los egregios columnistas al periódico y se paseaban mirando a los plumillas como extraños elfos encadenados a su dura tarea. Y así era. Nosotros en las mazmorras del periodismo, y ellos en el puente de mando, con el rostro acariciado por la brisa marina.

Yo me volvía hacia mis compañeros y les preguntaba: pero ¿quién lee a estos columnistas? Yo no desde luego. A unos columnistas no los comprendía porque usaban un castellano enrevesado. Otros me parecían aburridos.

Entonces, aparte de los columnistas, la voz del pueblo se reflejaba en otras dos secciones: Opinión, a la que llegaban artículos escritos por algunos especialistas que estaban encantados de que les pidiesen su criterio pero cuyos artículos solo leía su familia; y Cartas al Director. Eso era todo lo que el pueblo podía opinar.

Yo desde luego quería ser columnista, porque así me libraría de las cadenas de los teletipos, y podría opinar a mis anchas. Ahora soy bloguero.

Han cambiado las cosas porque ahora los blogueros han asaltado el "medio" de comunicación que es la Red, y allí se expresan a la velocidad de la luz y con mucha más intensidad que mil columnas en la prensa. Los medios de comunicación tienen que estar pendientes de los blogueros y no los blogueros de los medios. ¿Por qué? Porque los blogs son más escuchados. Si se midiera con Google Analytics cuánta gente lee a los columnistas de papel,  muchos de éstos en lugar de recibir una remuneración, tendrían que devolver dinero. No los lee casi nadie. La gente lee a los blogueros porque su lenguaje es más fresco y más actual.

Los políticos se han dado cuenta y por ejemplo, Obama invitó el año pasado a un bloguero a formar parte de la elite de periodistas que cubre la Casa Blanca. Se llama Garret Graf y ahora tiene 29 años.  Le conocí el año pasado y me sorprendió su envidiable virtud para comunicarse en público.

Pasan cosas sorprendentes con los blogs. Un chico o una chica que a lo mejor no han terminado ni el bachilleraro y que son malos estudiantes, ahora pueden ser líderes de opinión con sus blogs. Son los que imponen muchos criterios sobre la moda, el cine, el cultivo hidropónico o los móviles. Están encerrados en sus casas navegando todo el día. Sus padres abren la puerta de la habitación y la cierran desconsolados: "Nos hemos equivocado en su educación", dicen con lágrimas en los ojos. No entienden que ese chaval o esa chica están encabezando un cambio en la forma de interpretar el mundo, y que algunos de ellos tienen más seguidores que muchos diarios digitales de renombre.

Por eso, me encanta que lainformacion.com apoye y patrocine los premios Bitácoras. Es como patrocinar los premios Nobel de la nueva forma de comunicar. Ayer junto con Raúl Ordóñez (de Bitácoras) estuve en un escenario en la Casa Encendida de la Fundación CajaMadrid y esto que acabo de escribir es lo que recuerdo haber dicho en pocos minutos sobre esos premios.

Mostrar comentarios